Diez títulos que
definen la identidad sacerdotal
Fuente: www.iglesiapotosina.org
Autor: S.S. Juan Pablo II
1. HOMBRE DE DIOS
Ser Sacerdote significa SER MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES, en el Mediador
por excelencia que es Cristo.
2. HOMBRE DE LA ORACION
Jesús pudo llevar a cabo su misión gracias a su unción total con el Padre
porque era Uno con El; en su condición de peregrino por los caminos de nuestra
tierra estaba ya en posesión de la meta a que debía conducir a los otros. Para
poder continuar eficazmente la misión de Cristo, el sacerdote debe también él,
llegar de algún modo, haber llegado allí a donde quiere conducir a los otros:
a ellos a través de la contemplación asidua del misterio de Dios, nutrido por
el estudio de la Escritura, un estudio que se despliega en la oración.
3. HOMBRE DE LA CRUZ
Cristo ejerció su función de Mediador, ante todo, a través de la inmolación de
su vida en el sacrificio de la cruz, aceptado por obediencia al Padre. La cruz
sigue siendo el camino "obligado" del encuentro con Dios. Es éste un camino en
el que el sacerdote ha de ir a la cabeza con ánimo. Como recordaba en mi
reciente Carta sobre la eucaristía, ¿acaso no está llamado a renovar "in
persona Christi", en la celebración eucarística, el sacrificio de la cruz?
Según la hermosa expresión del africano Agustín de Hipona "Cristo en el
Calvario fue Sacerdote por el Sacrificio" (Confesiones X, 43,69). El
sacerdote, que en la pobreza radical de la obediencia a Dios, a la Iglesia, a
su Obispo, haya sabido hacer de su vida una ofrenda pura que ofrecer, en unión
con Cristo, al Padre celestial, experimentará en su ministerio la fuerza
victoriosa de la gracia de Cristo muerto y resucitado.
4. HOMBRE DEL AMOR SIN LIMITES
Como Mediador, el Señor Jesús fue, en todas las dimensiones de su ser, el
hombre para Dios y para los hermanos, de igual modo el sacerdote, y ésta es la
razón por la que se le pide consagrar toda su vida a Dios y a la Iglesia, en
lo profundo de su ser, de sus facultades, y de sus sentimientos. El sacerdote
que, en la elección del celibato, renuncia al amor humano para abrirse
totalmente al amor de Dios, se hace libre para la corriente de la caridad, que
proviene de Dios, es libre para todas las tareas que requiere el cuidado de
las almas. He aquí, esbozada, en algunos rasgos, la fisonomía esencial del
sacerdote, tal como nos ha sido legada por la tradición vulnerable de la
Iglesia, ella posee un valor permanente ayer, hoy y mañana.
5. HOMBRE DEL EVANGELIO
El anuncio del Evangelio, de todo Evangelio, a cada clase de cristianos y
también a los no cristianos, ha de adquirir un lugar muy importante en nuestra
vida. Los fieles tienen derecho a ellos, en este ministerio de la Palabra de
Dios sobresalen notablemente la catequesis, que ha de ser capaz de alcanzar el
corazón y el espíritu de vuestras compatriotas, y la formación de catequistas,
religiosos y laicos. Y sed educadores de la fe y de la vida cristiana según la
iglesia, en el ámbito personal, familiar y profesional.
6. HOMBRE DE LOS SACRAMENTOS
La digna celebración de los Sacramentos, la dispensación de los misterios de
Dios, es igualmente centrada en vuestra vida de sacerdote, en este terreno
velad con asiduidad para preparar a los fieles a recibirlos, de modo que, por
ejemplo, los sacramentos del Bautismo, de la Penitencia, de la Eucaristía y
del Matrimonio den sus frutos. Pues Cristo derrama su acción redentora en
estos sacramentos. Lo hace especialmente en la Eucaristía y en el sacramento
de la penitencia.
7. HOMBRE DE LA COMUNIDAD
Finalmente el "poder espiritual" que os ha confiado (cf. PO 6) se os confirió
para conducirla como el Señor, el Buen Pastor, con una dedicación humilde y
desinteresada, acogiendo siempre con disponibilidad para asumir los diferentes
ministerios y servicios complementarios en la unidad del "presbiterium", con
una gran voluntad de colaboración entre vosotros sacerdotes y con vuestros
obispos. El pueblo de Dios debe verse inducido a la unidad viviendo el amor
fraterno y la cohesión que vosotros manifestáis.
8. HOMBRE DE LA ESPERANZA
En todo este trabajo pastoral, las dificultades inevitables no deben mermar
vuestra confianza. Es necesario que el sacerdote sepa ofrecer a sus hermanos,
a través de la palabra y el ejemplo, motivos convincentes de esperanza. Y
puede hacerlo porque sus certezas no están fundadas en opiniones humanas, sino
en la roca sólida de la Palabra de Dios.
9. HOMBRE DE DISCERNIMIENTO
Debe ser, sobre todo en nuestra época, un hombre de discernimiento. Y esto
porque como sabemos todos, el mundo entero ha realizado grandes progresos en
el campo del saber y de la promoción humana, pero éste se halla también
anunciado de un gran numero de ideologías y de pseudo valores, que, a través
de un lenguaje falaz, logra muy a menudo, seducir y equivocar a muchos de
nuestros contemporáneos. No sólo no sucumbir ante ellos, esto es demasiado
evidente sino que la función de los Pastores es también formar el juicio
cristiano de los fieles (cf 1Tim 5,21; Jn 4,1) para que también ellos sean
capaces de sustraerse de la fascinación engañosa de estos nuevos ídolos.
10. HOMBRE DE LAS VOCACIONES
Trabajar pues queridos hermanos para hacer comprender a todo el pueblo de Dios
la importancia de las vocaciones y hacer rogar por ello; cuidad de que la
llamada de Cristo sea bien presentada a los jóvenes; ayudar a aquellos a
quienes el Señor llama al sacerdocio o a la vida religiosa a discernir los
signos de su vocación; sostenedlos a lo largo de toda su formación: estáis
persuadidos de que EL PORVENIR DE LA IGLESIA DEPENDERA DE SACERDOTES SANTOS,
porque el sacerdocio pertenece a la estructura de la Iglesia, tal como el
Señor lo ha querido.
Finalmente queridos hermanos ¿O creéis que el Señor se servirá en primer lugar
del ejemplo de nuestra vida, generosa y esplendente para suscitar otras
vocaciones? Hermanos queridísimos, TENED FE EN VUESTRO SACERDOCIO. Es el
sacerdocio de siempre porque es una participación en el sacerdocio eterno de
Cristo, "que es el mismo de ayer hoy y siempre" (Heb 13,8; Apoc 1, 17ss), Sí,
si las exigencias del sacerdocio son muy grandes, y si a pesar de eso no he
dudado en hablaros de ellas, entonces es que son las consecuencias de la
proximidad del Señor de la confianza de que da testimonio a sus sacerdotes.
"Ya no os llamo siervos, sino que os digo amigos" (Jn 15,5)
Que la Virgen María sea siempre vuestro apoyo en el camino y que ella nos
conduzca a todos cada día antes que nada, en la intimidad del Señor.
Juan Pablo II a los Sacerdotes de Kinshasa (Zaire) 11 de Mayo de 1980