La oración del catequista

Señor, cuando nos mandas a sembrar,
rebosan nuestras manos de riqueza:
tu palabra nos llena de alegría
cuando la echamos en la tierra abierta.

Señor, cuando nos mandas a sembrar,
sentimos en el alma la pobreza:
lanzamos la semilla que nos diste
y esperamos inciertos la cosecha.

Y nos parece que es perder el tiempo
este sembrar en insegura espera.
Y nos parece que es muy poco el grano
para la inmensidad de nuestras tierras.

Y nos aplasta la desesperación
de tu mandato frente a nuestras fuerzas.
Pero la fe nos hace comprender
que estás a nuestro lado en la tarea.

Y avanzamos sembrando por la noche
y por la niebla matinal. Profetas
pobres, pero confiados en que Tú
nos usas como humildes herramientas.

Gloria a Ti, Padre bueno, que nos diste
a tu Verbo, semilla verdadera,
y por la gracia de tu Santo Espíritu
la siembras con nosotros en la Iglesia.

Amén.

Hno. Fermín Gaínza, de "Casi puro rezo"