José Ignacio Munilla Aguirre
Diseño
inteligente. ¿Casualidad o causalidad?
El gran logro del Diseño Inteligente ha sido el de resistirse ante uno de los mitos de nuestro tiempo: la teoría darwinista. La casualidad no existe. La casualidad es el nombre que damos a nuestra ignorancia, lo que existe es "causalidad
La reciente sentencia de un juez de Pensilvania en la que prohibía enseñar a los alumnos de biología de un determinado instituto la teoría del “Diseño Inteligente” como una alternativa a la teoría de la evolución de Darwin, es ocasión para que muchos se hayan asomado a un debate que desconocían. ¿Qué es eso del “Diseño Inteligente”?
No entro a valorar en este artículo la citada sentencia; entre otras cosas, porque desde la distancia desconocemos muchos detalles importantes, tales como los argumentos concretos con los que se ha presentado al juez la teoría del “Diseño Inteligente”. De hecho, no pocas veces el Diseño Inteligente ha sido manipulado en EEUU por determinadas sectas fundamentalistas, quienes pretenden encontrar en él apoyo a su lectura literalista de los pasajes bíblicos de la creación del mundo. Todo ello es motivo de que la teoría del “Diseño Inteligente” haya sido presentada en muchos medios con unos tintes “religioso-creacionistas-fundamentalistas” abiertamente impopulares, que no hacen justicia a la verdad.
Centrando el debate en sus justos términos, el “Diseño Inteligente” no opone la evolución a la creación, ni mucho menos la religión a la ciencia; sino que en todo caso enfrenta la casualidad (el azar) a la causalidad (la finalidad). Me explicaré brevemente:
La visión creacionista religiosa es perfectamente compatible con la evolución del cosmos. Por una parte, es claro que la nada no puede evolucionar. Para que exista evolución se ha de partir de la existencia de un algo previo al punto cero del Bing-bang. Por lo tanto, el acto creador de Dios es compatible con la posterior evolución de la materia. De hecho, en el lenguaje simbólico del libro del Génesis, llama la atención que la creación no sea descrita como un hecho acabado en un solo acto de Dios; sino que, más bien, se describe como un proceso creacional descrito alegóricamente en el marco de una semana, y cuya culminación es la creación del ser humano.
¿Cabe tomar como científica la explicación darwinista de la evolución de las especies? Recordemos que esta teoría explicaba la evolución como mero fruto de mutaciones genéticas fortuitas, consolidadas por la selección natural que elige aquellos cambios beneficiosos para la supervivencia del organismo.
Los defensores del Diseño Inteligente se atreven a afirmar que ese principio darwinista tiene mucho más de postulado ideológico que de teoría científica. ¿Cabe recurrir a la casualidad cuando nos enfrentamos a una extraordinaria complejidad en los distintos organismos de la naturaleza? Michael Denton, conocido biólogo molecular, señala que la complejidad de la ordenación de los aminoácidos en una macro proteína es tan abrumadora, que la probabilidad de su formación por puro azar, es prácticamente nula. Sería tanto como pensar que la voluminosa novela de El Quijote de Cervantes haya sido escrita, con puntos y comas, por una combinación casual de letras, sin necesidad de que una inteligencia humana haya intervenido para redactarla. ¿Habría alguien capaz de creer tal cosa? Sin embargo, el cálculo de probabilidades de que una casualidad así llegara a producirse, es mínimo en comparación con el que se necesitaría para que este mundo hubiese sido producto de una evolución ciega. Tengamos en cuenta que se calcula que el Bing-Bang pudo tener lugar hace 15.000 millones de años; y que, por lo tanto, el número de oportunidades de alcanzar el orden actual no puede ser infinito.
Uno de los principales difusores del Diseño
Inteligente ha sido el bioquímico y profesor de
Los defensores del Diseño Inteligente no presuponen
quién es el actor, ni cuándo, ni cómo ejerció su actividad creativa. Como científicos no pueden ni deben salirse de su terreno. Su posición es muy matizada, ya que el hecho de afirmar la existencia del diseño tampoco les impide aceptar la evolución e incluso, en una cierta medida, la posibilidad de que haya una selección natural de las especies según las reglas de Darwin, que pudiera explicar los cambios dentro del mismo genotipo (sería una ‘micro evolución’). Pero, rechazan la explicación darwiniana para dar razón de la evolución de especie a especie (llamada ‘macro evolución’). Cabe añadir que
En cualquier caso, el gran logro del Diseño Inteligent
e ha sido el de resistirse ante uno de los mitos de nuestro tiempo: la teoría darwinista. La casualidad no existe. La casualidad es el nombre que damos a nuestra ignorancia. Más que casualidad, lo que existe es “causalidad”. El revuelo en torno a la sentencia judicial de Pensilvania no es más que un intento de sofocar la rebelión iniciada contra uno de los mitos contemporáneos. Cayó el mito de la profecía marxista, está herido de muerte el de la psicología freudiana, la crisis actual de natalidad reduce a mero alarmismo el mito malthusiano, ahora le toca el turno a Darwin... ¿Es esto irracional? ¿O no será irracional, más bien, el llamar azar a nuestra ignorancia?