Un periodista en la JMJ´Colonia 2005 (8):
JUAN PABLO II EN EL RECUERDO
 

Escrito por Jesús de las Heras Muela - Enviado especial y director de la Revista ECCLESIA   


JUAN PABLO II EN EL RECUERDO
(Que es regresar y estar presente en el corazón)

 

Sábado, 20 de agosto de 2005

 

         Esta crónica -que será breve y sentida- no sólo me la pide mi corazón. Me demanda, sobre todo, la realidad, el clamor juvenil de esta hermosa porción del pueblo santo de Dios, presente estos días en la JMJ´Colonia 2005.

         Confesaré que pensé ir contando las veces en que fuera citado el nombre de Juan Pablo II en los discursos, homilías y alocuciones de Benedicto XVI y de las otras personas que tomaran la palabra en los actos de esta JMJ. He desistido de ello porque son tantas que difícilmente lograría decir con precisión el número de citas y de alusiones. Si a ello añado las veces que los jóvenes corean y vitorean su nombre, las fotos e imágenes que por doquier están presentes en la JMJ y el cariño, inmenso cariño, que destila y exhala evocar su figura podría afirmar, sin temor a exagerar, que son innumerables. 

 

Un mismo aplauso 

 

         Son además expresiones de afecto que también se dan con su sucesor, el Papa Benedicto XVI. "Un mismo aplauso", que dijera el obispo Ricardo Blázquez, presidente de la CEE, en el encuentro de esta tarde de los obispos españoles con los jóvenes de nuestra Iglesia. Un mismo aplauso que habla de una misma percepción del don del primado de Pedro, don de paternidad universal.

 

         La figura de Juan Pablo II ha venido además a mi memoria estos días precisamente, no sólo por haber sido él el creador de las JMJ, sino por lo presente que está en esta convocatoria de Colonia, por él querida y anunciada y preparada hasta sus últimos retoques y planteamientos. Durante el último año de su vida, se refería ya a ella con harta y grata frecuencia y sus ojos, a veces ya febriles, y su voz, ronca, rota y hasta muda, su iluminan y recobraban vigor en las ocasiones que citaba la JMJ´Colonia 2005 y emplazaba a los jóvenes a este nuevo encuentro con ellos, en las orillas ubérrimas del Rhin.

 

         Juan Pablo II está en el corazón de todos y está con su rostro, con los rostros de todos, en un inmenso mosaico frente a la catedral de Colonia. Y al estar además en el corazón, está en el recuerdo. Porque estar en el recuerdo no es sólo ocupar un "lugar" de la memoria, sino habitar en el corazón, traer de nuevo al corazón -de ahí la etimología de la palabra "corazón"-.  

 

Una nueva generación de santos  

 

         Este periodista, que es también cura y, dicho sea con perdón y sin asomo alguno de vanagloria sino de servicio para que se entienda mejor lo que ahora sigue licenciado en Historia de la Iglesia, materia de la que es profesor desde hace doce años en el seminario de su diócesis, ha reflexionado muchas veces sobre las generaciones de santos que hicieron y han hecho grande la Iglesia. De como en las épocas de mayor dificultad, crisis y hasta persecución para la Iglesia, Dios ha hecho crecer pléyades de esplendorosos cristianos que reformaron la Iglesia como la Iglesia debe ser reformada. Serían numerosas y prolijas las referencias y pruebas históricas que avalaran esta afirmación. Baste recordar la Iglesia de las catacumbas y los santos y mártires que de ella brotaron y fueron semilla y savia bien fecundas y vigorosas de vida cristiana. Lo mismo aconteció en el siglo XVI cuando la reforma protestante o en el convulso siglo XIX.

 

         Quien esto escribe llevaba años indicando a sus alumnos y a sus amigos que nuestra Iglesia será mejor cuando surja, por la gracia de Dios, esta nueva generación de santos. Y los años han ido dando la razón a la idea y a la certeza de que Dios no abandona nunca a su pueblo, que es la Iglesia. Con Juan Pablo II, pronto en los altares, tendremos a un ejemplo de esta nueva generación, integrada también por el Beato Juan XXIII, San Pío de Pietrecilna, Santa María Maravillas de Jesús, San Pedro Poveda,  San Josemaría Escrivá de Balaguer, Beato Rafael, Beata Madre Teresa de Calcuta... y esos cristianos espléndidos que se han ido en el mismo año que Juan Pablo II: Sor Lucía de Fátima, Don Luigi Guissiani o el hermano Roger de Taizé.

 

         Por ello, no creo, pues, equivocarme ni que nadie piense que dedicar una de estas crónicas a Juan Pablo II sea gratuito, "más de lo mismo" o hasta innecesario. Y sino que venga a la JMJ´Colonia 2005, que pregunte, que recorra sus calles, que participe en sus celebraciones o lea y escuche al Papa Benedicto XVI, quien siempre, tras citar a Juan Pablo II, lo calificaba como "inolvidable".  

 

         Juan Pablo II, sí, está presente en el recuerdo, es decir, en el corazón. ¿Qué mejor presencia, qué mejor lugar para estar que en el corazón? Y además, pronto en los altares. Amén. (Jesús de las Heras – ECCLESIA Digital)