Palabras de saludo de Mons. Stanisław Ryłko al Santo Padre en la Santa Misa

¡Santísimo Padre!

 

Hemos llegado al momento culminante de la XX Jornada Mundial de la Juventud que hemos celebrado en Colonia.

 

¡Aquí tiene a sus jóvenes, Santidad! Jóvenes orgullosos de ser cristianos, de ser discípulos de Cristo Maestro! ¡Aquí tiene ante Usted a la Iglesia joven, una Iglesia llena de esperanza y de entusiasmo misionero!

 

« He aquí la generación que busca a Dios » (cfr. Sal 24). Es la palabra del Salmista del Señor que da la descripción más bella y exacta de estos jóvenes. Desde los confines de la Tierra ellos se han puesto en camino siguiendo las huellas de los tres Reyes Magos para venir a encontrar y a adorar a Cristo aquí en Colonia, en el corazón de Europa.

 

Felix Colonia! ¡Eres hoy verdaderamente bendita, ciudad de Colonia, tú que en tu larga historia nunca has asistido a una manifestación de fe tan imponente, tan desbordante de fervor y entusiasmo!

 

Felix Europa! ¡Eres hoy verdaderamente feliz, Europa, tú que en estos jóvenes cristianos vuelves a encontrar la memoria de las raíces de las que has nacido, raíces que han tejido tu identidad más profunda y que son garantía de tu futuro!

 

Felix Ecclesia! ¡Eres hoy verdaderamente bendita, Iglesia - nuestra madre y maestra - tú que en estos tus hijos muestras al mundo tu rostro siempre joven!

 

« ¡Este es el día que el Señor ha hecho, exultemos y gocémonos en él! » (Sal 118). Rebosantes de alegría, queremos todos nosotros expresarle, Santo Padre, nuestro más sincero y filial agradecimiento. ¡Gracias por haber presidido esta Jornada mundial! ¡Gracias por las palabras que ha dirigido a los jóvenes participantes; con ellas Usted ha tocado su corazón!

 

Unidos a Su Santidad, reunidos en torno a la persona del nuevo Sucesor de Pedro, queremos renovar hoy nuestro gracias al inolvidable siervo de Dios, el papa Juan Pablo II, que ha regalado a la Iglesia las Jornadas Mundiales de la Juventud y cuya presencia hemos sentido en estos días en forma tan palpable.

 

Santísimo Padre, ha llegado el momento tan esperado, tan importante del envío misionero. En la conclusión de la Jornada Mundial de la Juventud 2005, los jóvenes que están ante Usted desean ardientemente  ser enviados por Su Santidad al mundo entero para dar testimonio de Cristo, Redentor del hombre. ¡Todos están listos para partir de Colonia como jóvenes apóstoles del tercer milenio!

 

¡Santo Padre, pedimos su bendición apostólica!

 

Mons. Stanisław Ryłko - Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos Ciudad del Vaticano