P. Eduardo María Volpacchio
 

¿Ayuno después de comulgar?

Soy profesora y doy clases de religión a niñas de 9 y 10 años. Leí con mucho interés su columna sobre el ayuno antes de comulgar.

He oído de otras profesoras, que es necesario hacer un tiempo de ayuno (10 minutos) después de comulgar. Me preocupa porque mis alumnas tienen una liturgia de comunión, antes de su recreo y apenas salen de la capilla comen su colación o van a almorzar. ¿Es correcto hacer esto o convendría cambiar la hora de comunión para que las niñas reciban el cuerpo de Cristo con el mayor respeto posible?

Como bien apuntas, hay un precepto de ayunar una hora antes de comulgar, pero no lo hay para después.

Ahora bien, lo importante es con la reverencia con la Eucaristía, y el aprovechamiento que hagamos de la Comunión: sacarle el jugo al maravilloso rato en que nos convertimos en auténticos templos de Dios, ya que Jesús está físicamente unido a nosotros: para adorar, llenar de amor, llenarnos de su amor, pedir (nunca Dios Padre nos mira mejor, que cuando ve a Cristo en nosotros), reparar, identificarnos con El, purificarnos con su presencia, y un largo etcétera. Son momentos sublimes.

¿Cuánto tiempo está Jesús físicamente en nosotros?

La Teología nos enseña que la presencia de Jesús en la hostia dura mientras se conservan las especies sacramentales. De manera que si el vino se avinagra, deja de estar el Señor presente en el cáliz; y lo mismo sucede cuando la hostia se descompone.

Esto ocurre cuando comulgamos: la presencia física de Jesús en nosotros dura lo que duran las especies sacramentales, y no solamente el tiempo en que tenemos la hostia en nuestra boca.

Te aclaro un término teológico:  llamamos especies sacramentales a la apariencia de pan; ya que como sabemos después de la consagración ya no es pan: donde había pan, está Cristo; pero queda la apariencia de pan. Bueno, cuando esta apariencia se desvanece, cesa la presencia eucarística de Cristo. Lo mismo ocurre en la especie de vino.

Por eso, siempre se ha recomendado, permanecer piadosamente rezando un rato después de comulgar. Se suele estimar que esa presencia dura en nosotros unos diez minutos.

Por tanto, tu preocupación es muy buena: sería bueno ayudar a esas chicas a vivir con mucho amor ese rato en que Jesús nos pertenece de modo tan especial, a ser muy buenos anfitriones de su visita. Y para ello rezar y no salir inmediatamente de comulgar, distraídamente a comer un caramelo o un sándwich teniéndolo a Jesús con nosotros.