AVARICIA

 

 

 

Citas de la Sagrada Escritura

 

 

 

El amor a las riquezas de nada aprovecha: Ecl 2, 17; 5, 9; Eclo 14, 3.

 

 

 

La avaricia causa de muchos males: Prov 1, 19; Eclo 10, 10; 1 Sam 25, 38; 2 Sam 17, 23.

 

 

 

Hay que guardarse de ella: Sa/ 118, 36.

 

 

 

Especialmente deben evitarla los que gobiernan: Ex 18, 21; 23, 8; Dt 16, 19;Prov28, 16;1s5,23;Ez 22, 12-13; Miq 3, 11.

 

 

 

Algunos perecieron por causa de la avaricia: Jos 7, 21-25; 2 Rey 5, 20-27; 2 Mac 10, 20-23.

 

 

 

Si abundan las riquezas, no apagareis vuestro corazón. Sa/ 61, 11.

 

 

 

Nada más inicuo que el avaro, pues es capaz de venderse a si mismo. Eclo 10, 6.

 

 

 

No podéis servir a Dios y a las riquezas. Mt 6, 24.

 

 

 

¿De qué le vale al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma? Mc 8, 36.

 

 

 

Guardaos bien de toda avaricia que, aunque uno esté en la abundancia, no tiene asegurada su vida con la hacienda. Lc 12, 15.

 

 

 

[...] son los paganos quienes buscan estas cosas con afán. Lc 12, 30.

 

 

 

Haceos con bolsas que no se gasten y tesoros inagotables en el cielo, donde no se acerca ningún ladrón, ni roe la polilla, porque donde está vuestro tesoro allí estará vuestro corazón. Lc 12, 33-34 (Mt 6, 19-21).

 

 

 

Especie de idolatría: Col 3, 5; Ef5, 5.

 

 

 

[...] ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos [...] heredarán el reino de Dios. I Cor 6, 10 Tit 1, 7-11.

 

 

 

Que vuestra conducta esté libre de avaricia. Contentaos con lo que tenéis [...] Heb 13, 5.

 

 

 

[...] los cuidados del siglo y la seducción de las riquezas ahogan la doctrina y queda sin fruto. M' 3, 13, 22.

 

 

 

Traición de Judas por dinero. Mt26, 15;Jn 12,ó.

 

 

 

Castigo de la codicia de Ananias y Safira: Hech 24, 26.

 

 

 

Codicia del procurador Félix y la prisión de Pablo: Hech 24, 16.

 

 

 

A los ricos de este mundo encárgales que no sean altivos ni pongan su confianza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, que abundantemente nos provee de todo para que lo disfrutemos. I Tim 6, 17.

 

 

 

La fornicación y cualquier género de impureza y avaricia ni siquiera se nombre entre vosotros, como conviene a los santos. Ef 5, 3.

 

 

 

Es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de los cielos. Mc 10, 25.

 

 

SELECCIÓN DE TEXTOS

 

434 Quien no se abstiene de la avaricia se verá mancillado también por la idolatría y será contado entre los paganos que desconocen el juicio del Señor (SAN POLICARPO, Carta a los Filipenses).

 

435 La avaricia es el deseo inmoderado de tener más (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 16 sobre los Evang.).

 

436 [...] Ia concupiscencia de los ojos, una avaricia de fondo, que lleva a no valorar sino lo que se puede tocar. Los ojos que se quedan como pegados a las cosas terrenas, pero también los ojos que, por eso mismo, no saben descubrir las realidades sobrenaturales (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 6).

 

437 Observad que siendo Señor y Criador de los Angeles, vino a las entrañas de la Virgen para tomar nuestra naturaleza, que El mismo creó. No quiso nacer en este mundo entre los ricos, sino que eligió padres pobres, así que no tuvieron cordero que of recer por El, y la madre ofreció en su lugar un par de pichones o un par de tórtolas (Lc 24). No quiso prosperar en este mundo, sufrió afrentas y burlas, soportó que le escupieran, le azotaran, le abofeteasen, le coronasen de espinas y le crucificasen... Luego el que cree ya en Jesucristo pero ano está dominado por la avaricia, se ensoberbece con los hombres, se abrasa en la envidia, se contamina con la inmundicia de los deleites y desea las prosperidades mundanas, no quiere seguir a Jesús, en quien creyó (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 2 sobre los Evang.).

 

438 Entró Satanás en Judas, no violentamente, sino encontrando abierta una puerta; entró por medio de la avaricia (TITO BOSTRENSE, en Catena Aurea, val. Vl, p. 426).

 

439 No se encuentra vestigio alguno de bondad en el corazón del que la avaricia ha hecho su morada (SAN LEON, en Catena Aurea, val. Ill, p. 272).

 

440 Si es cierto que podemos evitarla fácilmente, es también cierto que difícilmente cura de ella por completo aquel a quien aqueja esa dolencia (CASIANO, Instituciones, 7, 6).

 

441 El dinero que se obtiene por medio de la usura es parecido a la mordedura de una serpiente: pues así como el veneno de la serpiente corrompe todos los miembros de una manera oculta, así también la usura convierte todos los bienes en deudas (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en CatenaAurea, val. I, p. 324).

 

442 Y que alguien intente tales bienes, que van mezclados casi siempre de privaciones del bien verdadero, obedece a~que muchos viven según el sentido, en razón de que lo sensible nos es más manifiesto y mueve más eficazmente en los casos concretos... Sin embargo, a la posesión de muchos de estos bienes sigue la privación del verdadero bien (SANTO TOMAS, Suma contra gentiles, 3, 6).

 

 

 

Es insaciable

 

443 La avaricia es insaciable, no teme a Dios ni respeta al hombre, ni perdona al padre ni guarda fidelidad al amigo; oprime a la viuda y se apodera de los bienes del huérfano (SAN AGUSTIN, en Catena Aurea, val. Vl, p. 243).

 

444 (.. .Derribaré mis graneros y los haré mayores. . .). Los graneros no podían contener la abundancia y el alma avara nunca se ve llena (SAN BASILIO, en Catena Aurea, val. Vl, p. 80).

 

445 No encontrarás... quien confiese que es avaro; todos niegan esta bajeza y ruindad de corazón, y toman por pretexto, ya el hallarse cargados de hijos, ya a que es prudencia procurar tener lo que uno necesita; de manera que jamás se cree tener demasiado, y siempre se encuentran ciertas precisiones de tener más; así pues, aun los más avaros, no sólo no confiesan que lo son, sino que ni aun en su conciencia lo juzgan, porque la avaricia es una fiebre prodigiosa que se siente menos cuanto mayor es su ardor y su violencia (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3, 14).

 

446 La abundancia de riquezas no sólo no sacia la ambición del rico, sino que la aumenta, como sucede con el fuego, que se fomenta más cuando encuentra mayores elementos que devorar. Por otra parte, los males que parecen propios de la pobreza son comunes a las riquezas, mientras que los de las riquezas son propios exclusivamente de ellas (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. Vl, p. 315).

 

447 [...] la avaricia engendra tal frenesí que aumenta más y más con la riqueza (CASIANO, Instituciones, 7, 7).

 

 

 

También tiene su raíz en la soberbia

 

448 Que alguien desee desordenadamente algún bien temporal, procede de que se ama a sí mismo desordenadamente, puesto que amar a alguien es querer el bien para él (SANTO TOMÁS, Suma Teológ,ica, 1-2, q. 77, a. 5).

 

 

 

Quita la libertad al alma

 

449 Quien es esclavo de las riquezas, las guarda como esclavo; pero el que sacude el yugo de su esclavitud, las distribuye como señor (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, val. 1, p. 392).

 

450 ¿...Qué haré que no tengo sitio para encerrar mis cosechas? ...Se halla angustiado por el afecto de sus deseos y por el peso de sus riquezas (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 15, 13).

 

 

 

Avaricia de deseo

 

451 Todos los que aman las riquezas, aun cuando no puedan conseguirlas, deben contar en el número de los ricos (SAN AGUSTIN, en Catena Aurea, val. Vl, p. 316).

 

452 Es evidente que se puede ser avaro sin tener dinero (CASIANO, Instituciones, 8, 12).

 

 

 

«Donde está tu tesoro, allí está tu corazón»

 

453 Donde está tu tesoro, allí está tu corazón El tesoro del hombre viene a ser como la reunión de los frutos recolectados con su esfuerzo. Lo que uno siembre, eso cosechará, y cual sea el trabajo de cada uno, tal será su ganancia, y donde ponga el corazón su deleite, allí queda reducida su solicitud. Mas, como hay muchas clases de riquezas y diversos objetos de placer, el tesoro de cada uno viene determinado por la tendencia de su deseo, y si este deseo se limita a los bienes terrenos, no hallará en ellos la felicidad, sino la desdicha (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 92).

 

454 Por muy avaro que seas, Dios te basta (SAN AGUSTIN, Coment. sobre el Salmo 55).

 

 

 

El recto uso de los bienes y la avaricia

 

 

 

455 No prohibe Cristo enriquecerse, sino hacerse esclavo de las riquezas: quiere que usemos lo necesario, pero no que guardemos avariciosamente. Es propio del que sirve el guardar las cosas, y propio del señor el darlas (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. VI, p. 315).

 

456 El término «riquezas» reviste en las Sagradas Escrituras tres acepciones distintas: las hay malas, buenas e indiferentes. Las malas son aquellas de las cuales se dice: Se empobrecieron los ricos y en la penuria suirieron hambre (Sal 33, 11). Las hay también buenas. Haberlas adquirido es indicio de gran virtud y mayor mérito. David encomia al varón justo que las posee: La generación de los rectos—dice—será bendecida. Habrá en su casa hacienda y riquezas, y su justicia permanecerá por los siglos (Sal 111, 3) [...]. Hay, finalmente, riquezas indiferentes, esto es, que pueden ser buenas o malas. Son, en efecto, susceptibles de ambas cosas, según la voluntad de quien las usa o el modo y fin en que las invierte (CASIANO, Colaciones, 3, 9).

 

 

 

457 Aprendan (de Zaqueo) los ricos que no consiste el mal en tener riquezas, sino en no saber usar de ellas; porque así como las riquezas son un impedimento para los malos, son también ocasión de virtud para los buenos (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, val VI, p. 330).

 

 

 

458 ¡Qué necedad tan grande es amontonar donde se ha de dejar, y no enviar allí donde se ha de ir! Coloca tus riquezas basta sola una gota de agua del gran río caudaloso que nos está aparejado (SANTA TERESA, Vida, 27, 12).

 

 

 

459 Si queréis actuar a toda hora como señores de vosotros mismos, os aconsejo que pongáis un empeño muy grande en estar desprendidos de todo, sin miedo, sin temores ni recelos. Después, al atender y al cumplir vuestras obligaciones personales, familiares..., emplead los medios terrenos honestos con rectitud, pensando en el servicio a Dios, a la Iglesia, a los vuestros, a vuestra tarea profesional, a vuestro país, a la humanidad entera. Mirad que lo importante no se concreta en la materialidad de poseer esto o de carecer de lo otro, sino en conducirse de acuerdo con la verdad que nos enseña nuestra fe cristiana: los bienes creados son sólo eso, medios. Por lo tanto, rechazad el espejuelo de considerarlos como algo definitivo [...] (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 118).

 

 

 

460 Entonces—me diréis—, ¿qué han de hacer los ricos para imitar a un Dios tan pobre y despreciado? Os lo diré: no han de apagar su corazón a los bienes que poseen, han de emplear esos bienes en buenas obras en cuanto puedan; han de dar gracias a Dios por haberles concedido un medio tan fácil de rescatar sus pecados con sus limosnas; no han de despreciar nunca a los que son pobres, antes al contrario, han de respetarlos viendo en ellos una gran semejanza con Jesucristo (SANTO CURA DE ARS, Sobre el misterio).

 

 

 

Remedios

 

461 Enseñó (el Señor) que debe evitarse la avaricia, y añadió la parábola del rico, demostrando con ella que es un necio quien apetece las cosas superfluas (TEOFILATO, en Catena Aurea, val. Vl, p. 86).

 

462 Mas no puedo decir lo que se siente cuando el Señor la da a entender secretos y grandezas suyas, el deleite tan sobre cuantos acá se pueden entender, que bien con razón hace aborrecer los deleites de la vida, que son basura todos juntos. Es asco traerlos a ninguna comparación aquí—aunque sea para gozarlos sin fin—y, de estos que da el Señor,basta sola una gota de agua del gran río caudaloso que nos está aparejado (SANTA TERESA, Vida, 27, 12).

 

 

 

463 Si estáis inclinados a la avaricia, pensad con frecuencia en la locura de ese pecado, que nos hace esclavos de lo que ha sido creado para servirnos; pensad que al morir, en todo caso, será menester perderlo todo, dejándoselo a quien, tal vez, lo malversará o se servirá de ello para su ruina y perdición (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, IV. 10). donde tienes tu patria (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. I, p. 386).

 

 

 

Avaricia: ambición- "No conocen los avaros que sus riquezas son para ellos suplicios de buenas apariencias: que están presos con cadenas de oro: que están poseídos de sus propios bienes, en vez de ser dueños libres. ¡Oh detestable ceguedad! ¡Oh profundas tinieblas las de una codicia insensata! Pudiendo descargarse del peso que los abruma, trabajan por aumentarle, y juntando cada día nueva materia a sus cuidados, insisten en agravarle más. (S. Cipriano, Carta 1ª a Donato, sent. 3, Tric. T. 1, p. 295 y 296.)"

 

"-Oh, hombre, reconoce al que te ha dado lo que tienes! Acuérdate de ti mismo, considera lo que eres, las cosas que se te han dispensado, de quien las has recibido, y por qué favor te ves colocado sobre los otros. Tú eres ministro de un Dios soberanamente bueno: tú eres el dispensador de sus bienes, para lo que son como tú siervos de un mismo dueño. Mira, pues, esos bienes que tienes en tus manos como que no son tuyos, sino de otro, y sabe que algún día te han de pedir cuenta exacta y rigurosa. (S. Basilio, de avaritia, sent. 13, Tric. T. 3, p. 192 y 193.)"

 

"Algunos piensan que solamente hay usura en el empréstito del dinero: pero las Escrituras divinas en todas las cosas condenan la práctica de exigir más de lo que se ha dado. A la verdad, vemos que en el campo se suele tomar usura del trigo, del vino, de¡ aceite y de los demás frutos de la tierra, o como la Escritura lo llama, la superabundancia. Se prestarán, por ejemplo, diez medidas de grano en el invierno, y se recibirán quince al tiempo de la cosecha, lo que es una mitad más que lo prestado; de suerte que los que solo exigen una cuarta parte más, creen que son los más justos del mundo, y suelen discurrir así: La medida que yo presté ha producido diez al que la recibió; será, pues, justo que yo tome para mí media medida más de aquel que por liberalidad mía se aprovecha de nueve y media. Mas os engañáis, responde el Apóstol, ninguno se burla de Dios, porque yo preguntaré a este usurero tan caritativo, ¿si prestó al rico o al pobre? Porque si era rico no le debía prestar: si prestó a persona constituida en necesidad, le preguntaré, ¿por qué, pues, has exigido más que lo que prestaste. Otros hay que en vez de dinero reciben presentes de diversos modos: sin querer entender que todo lo que se pide más de lo que se ha prestado, debe llamarse usura y superabundancia. (S. Jetón., lib. 6, c. 18, sent. 77, Tric. T. 5, p. 232.)"

 

"Prohíbe la ley tomar usuras por lo que se presta. La usura no es otra cosa que recibir más de lo que se ha dado. (S. Jerón., in Psalm. 54, sent. 105, Tric. T. 5, p. 257.)"

 

"Porque la abundancia inflama más y más la avaricia, no se la puede tener por felicidad: pues esta no puede estar en lo que nos ayuda a ser malos. Al contrario, los que sirven en la pobreza cultivan la virtud, que es el más bello y el mayor de todos los bienes. (Teodoreto, Serm. 6, sent. 6, Tric. T. 8, p. 263.)"

 

"Tal vez es menos perniciosa la ambición satisfecha en sus deseos, que frustrada en sus pretensiones; porque en este caso se vale de medios violentos.- (S. Bern., Ep. 126, sent. 30, Tric. T. 10, p. 324.)"

 

"La ambición es la cruz de los ambiciosos, este es un vicio que a todos agrada, y a todos atormenta. (S. Bem., 3 de Consid., c. 1, sent. 136, Tric. T. 10, p. 330.)"

 

"El insaciable amor de las riquezas, mucho más atormenta con el deseo, que consuela con la posesión. (S. Bern., de convers., ad Cler., n. 13, sent. 145, Tric. T. 10, p. 330.)"