Apostolado Seglar
P. CIRILO BERNARDO PAPALI, o.c.d.
Profesor en
en
"Regina Mundl". Miembro de
Apostolatum Laicorum preparatoria del
Conc. Vaticano II
1962
ÍNDICE
Presentación, por el Emmo. Cardenal Fernando Cento
Aviso del autor
PRIMERA PARTE
EL
LAICADO Y SU FUNCIÓN EN
I.-La hora de los seglares
Crisis
moderna.-Los laicos en
II.-¿Qué es un "laico"?
Definición de laico. - Instituciones seculares.
III.-Puesto
que ocupa el seglar en
Posición
del laico en
IV.-Fundamentos de la actividad cristiana.
Carácter sacramental. - Participación del Sacerdocio de Cristo.-Dones carismáticos.
V.-Apostolado de
Extensión del apostolado de
SEGUNDA PARTE
VI.-Diversas formas del apostolado seglar
Actividad de los seglares por delegación eclesiástica. - En la administració
VII.-Los seglares y las órdenes inferiores al sacerdocio
Observaciones.
VIII.-
Definición de
IX.-Actividad de los católicos.
Actividad de los católicos en el orden espiritual.- Apostolado de los seglares en el orden temporal.
X.-"Consagració
¿Hay realmente valores naturales?-Actitud del cristiano ante el mundo.
Bibliografía
Es para
mi un placer, atendiendo al deseo del P. General de los Carmelitas Descalzos,
escribir estas líneas para la segunda edición del precioso libro del R. P.
Papali, O. C. D., titulado APOSTOLADO SEGLAR, y con mayor gozo por ser
Cardenal Protector de dicha Orden y por ser el autor miembro de
Este
queridísimo hijo de Santa Teresa no necesita presentación, pues es
sobradamente conocido por sus muchos escritos, publicados tanto dentro como
fuera de su Orden. Hizo sus primeras publicaciones en
Este libro, APOSTOLADO SEGLAR, es fruto de sus lecciones en dichos centros. Ha recogido en esta obra concisa sus enseñanzas, avaladas por una óptima riqueza de documentos, publicadas primeramente en la revista Ephemerides Carmeliticae (septiembre 1958) en una redacción más breve. Más tarde fueron traducidas al inglés y publicadas en la revista norteamericana Theology Digest (otoño 1960).
El autor
no pretende dar en su obra una exposición completa de la doctrina sobre el
apostolado seglar, sino ofrecer solamente las líneas fundamentales. Así expone
el significado de la palabra ".laico", que muchas veces se aplica de un modo
análogo a las religiones no clericales, a los institutos seculares y al pueblo
cristiano; después puntualiza sobre el puesto que ocupa el seglar en
No es extraño, por lo tanto, que, agotada la edición latina, muchos deseen su reimpresión. Es indiscutible que la cuestión del apostolado seglar tiene en estos momentos máxima actualidad y que por eso mismo esta obra será de gran utilidad para todos aquellos que, por diversas razones, teóricas o prácticas, se dedican a ella. La importancia que esta cuestión tiene en la misma Iglesia aparece claramente en el hecho de que se haya constituido una Comisión especial sobre la misma, para preparar el Concilio Ecuménico.
Felicito, pues, de lo intimo del corazón a su autor y auguro un rotundo éxito a esta segunda edición de su obra.
Roma, 19 de marzo de 1962.
FERNANDO CARDENAL CENTO
Este
trabajo fue primeramente elaborado el año 1956 para las explicaciones de
cátedra en la universidad "Propaganda Fide" y publicado en ".Ephemerides
Carmeliticae" el año 1958. Ahora se edita de nuevo para satisfacer múltiples
exigencias. He preferido conservar el texto integro, añadiendo solamente en
notas algunas citas de documentos pontificios, para que nadie piense que he
utilizado indebidamente conocimientos adquiridos como Miembro de
Me es
sumamente grato expresar mi más sincero agradecimiento al Emmo. y Rvmo.
Cardenal Cento, Protector de
Finalmente, a los pies de
EL AUTOR
PRIMERA PARTE
EL
LAICADO Y SU FUNCIÓN EN
EL
"Ha llegado la hora, ¡amados hijos! -decía Pío XII en una exhortación al pueblo romano- ha llegado la hora de efectuar el avance decisivo; es hora de sacudir el funesto letargo; de que todos los buenos, los que se preocupan por la suerte del mundo, se reúnan y estrechen sus filas; hoy debemos repetir con el Apóstol: es hora ya de que despertemos de nuestro sueño (Rom. 13, 11); pues está cerca .nuestra salvación. Hay que renovar al mundo entero desde sus fundamentos, hay que transformarlo de salvaje en humano, de humano en divino, es decir, según, el corazón de. Dios". [1]
Exhortaciones de este tenor son frecuentes en los documentos de los últimos
Sumos Pontífices. El mismo Pío XII dijo en cierta ocasión a un seglar insigne
que toda la esperanza de
Y debe
tenerse presente que tales manifestaciones extraordinarias del Espíritu
corresponden a las necesidades particulares de nuestro tiempo. El apostolado
seglar, necesario siempre, se hace indispensable cuando la sociedad humana de
tal manera se aparta de
Se hace
aún más necesario hoy el apostolado de los seglares por ser el número de
sacerdotes insuficiente para cumplir los oficios estrictamente sacerdotales y
por la escasez de vocaciones al sacerdocio. Ya en su primera Encíclica Summi
Pontificatus, Pío XII se lamentaba de esa penuria de vocaciones: "Ya que hoy
los sacerdotes son, por desgracia, menos de los que sus incumbencias
requerirían, pudiendo aplicarse también a nuestra época la sentencia del
divino Salvador: es mucha la mies y pocos los obreros; resulta inestimable la
ayuda que a los sagrados ministros presta la diligencia de algunos seglares,
que, uniéndose a la jerarquía eclesiástica, alimentan un noble y ardiente
deseo de entregarse, haciéndonos concebir las mejores esperanzas. Los ruegos
que
Se
impone, pues, el retorno al fervor apostólico de los primeros cristianos, que
con su generosa ayuda merecieron ser auténticos colaboradores de Cristo y de
los Apóstoles. La colaboración de los seglares en la misión del Señor está
bien clara en los Evangelios. No eran sacerdotes, ni probablemente llamados al
sacerdocio, aquellos "setenta y dos" que el Señor mandó a predicar en los
lugares que él debía recorrer después[5]
(5). Pueden considerarse éstos los primeros apóstoles seglares. Y muchas
fueron las mujeres' colaboradoras de Cristo, que iban tras él y le servían[6]
(6); en primer lugar,
Los
Apóstoles siguieron el ejemplo de su Maestro asociándose fieles que cooperasen
en el cumplimiento del oficio apostólico. En los Hechos leemos que Apolo
comenzó a predicar ya antes de haber sido bautizado, y él mismo había recibido
su instrucción de Aquila y Priscila
[10]. San Pablo hace mención, en
las Cartas, de numerosos colaboradores suyos (véanse, por ej., los encargos y
saludos al final de
Me alegraré de la llegada de Estéfana, de la de Fortunato y de la de Acaico, porque han suplido vuestra ausencia. Han traído la tranquilidad a mi espíritu y al vuestro. Quedadles, pues, reconocidos" [11].
El mismo
Señor infundió eficacia a este apostolado, otorgando en mayor abundancia los
carismas al principio de
Más, a
medida que avanza
Mientras
mantuvo todo su vigor
Esta
marcada distinción entre clérigos y laicos, entre negocios seculares y
negocios eclesiásticos, se entendió muy bien mientras la sociedad entera se
mantuvo unida y bajo la potestad de
Según
los protestantes, por el contrario, sólo en la comunidad se halla el
fundamento de toda
Pío XII,
en su alocución al Primer Congreso Internacional del Apostolado Seglar, se
opone abiertamente a tan injusta generalizació
Laós, de donde está tomado el nombre de Laico, significa en griego pueblo. Es muy usado en el Antiguo Testamento para designar al "Pueblo de Dios". En la versión de los Setenta sobre todo, el término recibe este sentido exclusivamente religioso. En el Nuevo Testamento se encuentra algunas veces- la palabra laós para designar sencillamente el pueblo o la turba. Mas también aquí pronto prevaleció el sentido religioso, significando pueblo de Dios o pueblo elegido, como puede verse en los escritos de los Apóstoles: "Simón nos ha dicho de qué modo Dios por primera vez visitó a los gentiles para consagrarse de ellos un pueblo (laós) a su nombre"[22]. "Pero vosotros sois linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo (laós) adquirido... Vosotros, que en un tiempo no erais pueblo (laós), ahora sois pueblo (laós) de Dios: no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis conseguido misericordia"[23]. En los textos citados laós se contrapone claramente a gentiles. Laós significa, por tanto, en el lenguaje apostólico, pueblo elegido, o sea los fieles, que también reciben el nombre de hermanos, santos, cristianos, etc.
El significado de laós se determino aún más en la época posterior a los Apóstoles. Fue menester marcar bien la diferencia no sólo entre cristianos y paganos, sino también dentro del cristianismo, entre sacerdotes y no sacerdotes. Entonces se reservó la palabra "laico" para designar al pueblo cristiano, como distinto del clero. La distinción aparece por vez primera en los escritos de San Clemente de Roma. En este sentido, laico se contrapone a clérigo. A mediados del siglo tercero surge una nueva categoría de fieles que hacen aún más complicada la terminología. Son los monjes. El monje tiene que ser, por fuerza, clérigo o laico. De ahí que la división en tres categorías no sea del todo adecuada. Pasado algún tiempo, clérigos y monjes fueron englobados en el mismo grupo, en oposición al estado laical. El motivo de esta fusión entre clérigos y monjes fue su creciente semejanza, al irse dedicando también los monjes al culto, mientras los clérigos les imitaban en el celibato.
Entre
tanto, la palabra "laico" fue perdiendo su primitivo significado religioso y
su hálito de santidad, para revestir significación de algo "profano". En una
antigua traducción latina de
El
Código de Derecho Canónico no nos da una definición explícita del laico, como
lo hace con el clérigo. Aun la misma palabra emplea muy raramente. En general,
prefiere los términos "fieles", "fieles cristianos". Leemos en el canon 107:
"Por institución divina existen en
(*) I Sínodo Romano.
208. Con
el nombre de laicos se designan en los artículos del presente Sínodo aquellos
que, habiendo recibido el bautismo, son miembros del Cuerpo Místico de Cristo,
gozan en
209.
El laico tiene una personalidad insuprimible en
210. § 1. Por razón de su dignidad y del fin sobrenatural al cual han sido llamados, los laicos no pueden contentarse con una vida naturalmente honesta, sino que deben tender también a una vida sobrenaturalmente buena, preocupándose, sobre todo, de vivir siempre en gracia de Dios.
212. § 1. Todos los católicos, según sus posibilidades, apoyen y defiendan su propia religión, teniendo presente que cualquier incerteza u omisión equivaldría a una ayuda prestada a los enemigos de su fe.
214. El orden universal, establecido por Dios, exige que la economía no sea separada de la moral; recuerden, por tanto, los fieles, que deben obedecer a las normas de la moral también en su actividad económica.
220. Los católicos no se dejen pasivamente dominar por el progreso técnico, sino diríjanlo a gloria del Creador, al desarrollo de la personalidad humana, al bienestar y paz universal.
Hablando
con propiedad, el laico debe definirse: el fiel cristiano, o sea, "un hombre
viador, bautizado y perteneciente a
Ya hemos
dicho anteriormente que la clasificación de los religiosos ocasionó cierta
confusión en la distinción de los fieles en clérigos y laicos. Esta última
división pertenece a la estructura esencial de
La reciente aparición de los Institutos Seculares agravó la dificultad ya existente en la clasificación de los fieles. Lo mismo que podemos preguntarnos que si los religiosos son clérigos o laicos, así ahora nace, la duda acerca de los miembros de esos Institutos: ¿Son religiosos o seglares? Vamos a responder a esta pregunta, para que se vea claramente en qué sentido tomamos aquí la palabra "laico".
Los Institutos Seculares, como las Ordenes Religiosas, abrazan ambos estados, el de clérigos y el de laicos: "Se llaman Institutos Seculares, para mejor distinguirlos de otras asociaciones ordinarias entre los fieles, las Sociedades, clericales o laicales, cuyos miembros han profesado observar en el mundo los consejos evangélicos, con el fin de adquirir la perfección cristiana y darse al apostolado"[26]. Sin embargo, por lo que diremos a continuación, se verá cómo tales Institutos se ordenan más bien a los laicos.
Se les
llama "Seculares" para distinguir los miembros del Instituto de los
"Regulares", que son los verdaderos religiosos, hablando jurídicamente. Lo
esencial en el concepto jurídico de "religioso" son los votos públicos y una
forma de vida determinada por
El objeto de esa "secularidad" es el siguiente: "Llevar vida de perfección en todo momento y lugar; aun en casos en que la vida estrictamente religiosa no sería posible o conveniente; procurar una profunda renovación cristiana de la familia, de la profesión, de la sociedad civil, poniéndoles en contacto íntimo y constante con una vida de perfección y consagrada enteramente a la virtud; ejercer el apostolado en lugares, tiempos y circunstancias inaccesibles a sacerdotes y religiosos. Para todos estos fines pueden muy bien servir los Institutos"[29]. De aquí se ve también claramente cómo los Institutos son más apropiados para seglares. En el ejercicio de su apostolado los miembros son totalmente y en sentido estricto laicos. "Debe practicarse con fidelidad ese apostolado de los Institutos Seculares, que no sólo se desarrolla en el mundo, sino además como que nace del mundo, y, por consiguiente, en sus formas, circunstancias y lugares se adapta mejor a la vida del mundo"[30] (30).
No
puede, sin embargo, llamarse seglar en todo rigor el estado de esos miembros.
Es un estado de perfección; pues sus miembros se obligan por los votos a la
observancia de los consejos evangélicos.
Tenemos, pues, una vida religiosa desarrollándose en un ambiente de mundo. Es el movimiento contrario a aquel otro tradicional en el que el religioso por su apartamiento del mundo, se asemejaba al estado clerical. Podría del siguiente modo expresarse la diferencia que media entre la vida religiosa concebida tradicionalmente y esta otra más nueva: la esencia del estado de perfección consiste en la total renuncia al mundo, provista de un carácter permanente y firme por la pronunciación de los votos. A esta renuncia se añade, según el concepto tradicional de vida religiosa, una mayor o menor separación del mundo, que completa la renuncia y facilita su práctica. En los Institutos, por el contrario, se impone únicamente la renuncia, no el alejamiento del mundo. Aquí radica la distinción entre seglares y los miembros de un Instituto. Estos se obligan a una renuncia plena y actual del mundo. Mientras que los fieles están, en verdad, obligados a un abandono potencial, del mundo, debiendo estar dispuestos a privarse de cualquier bien temporal que se oponga a la gloria de Dios o a la salvación de su alma, mas no tienen ninguna obligación de renunciar simplemente al mundo. Por lo dicho resulta evidente que los miembros de un Instituto no pertenecen a la categoría de los seglares propiamente dichos: se hallan en estado de perfección del mismo modo que los religiosos. En su manera de vida, sin embargo, y en el apostolado se asemejan a los seglares. Todo lo que en el presente estudio digamos acerca del apostolado de los seglares deberá aplicarse también a los miembros de los Institutos, a no ser que lo impida el contexto; por ejemplo, cuando nos referimos al apostolado de los padres de familia.
Para
fijar con exactitud el lugar que ocupa el seglar dentro de
1)
Pío XII
explica la naturaleza de este Cuerpo Místico en su Encíclica Mystici Corporis,
del 29 de junio de 1943: es una realidad sobrenatural, no una pura ficción
mental. Se distingue, sin embargo, del cuerpo físico y del moral. En el cuerpo
físico se da una verdadera e intrínseca unión entre las diversas partes, pero
las partes pierden su propia individualidad y actividad autónoma, a pesar de
la estrecha unión con que se juntan para formar ese cuerpo único. Por otra
parte, en el cuerpo moral las partes continúan con su carácter individual, y
su unión es sólo externa y accidental: en el Cuerpo Místico, a pesar de la
plena individualidad y personalidad de cada miembro, el Espíritu Santo, como
alma que es del Cuerpo Místico, informa todos sus miembros y los reduce a una
verdadera unidad sobrenatural. En fin,
2) "Dos
vidas-escribe S. Agustín-posee
Ahora
tratamos de
Si la
miramos desde el primer punto de vista,
Con
estas nociones podemos ya determinar el lugar que corresponde a los seglares
en
a) Hay
en
b)
Dice S. Agustín: "No hemos sido hechos Obispos para nosotros mismos sino para vosotros, a quienes comunicamos el sacramento y la palabra del Señor"[44] (44); en otro lugar: "¿Qué sería de nosotros si vosotros desaparecierais? Una cosa somos como personas privadas y otra distinta lo que poseemos en orden a vosotros. En cuanto personas individuales, somos cristianos; clérigos y Obispos somos sólo para vuestro bien. No se dirigía San Pablo a clérigos, Obispos ni sacerdotes cuando decía: vosotros sois miembros de Cristo. Hablaba a la turba. Hablaba a los fieles, a los cristianos: vosotros sois miembros de Cristo"[45] (*).
c)
Además de
Por otra
parte, la forma jerárquica de
Concluyamos con las palabras de Pío XII, ya citadas anteriormente: "Los
seglares no solamente pertenecen a
Existe
en
En él
descubre Santo Tomás el primer fundamento de la actividad cristiana. Escribe
en
Por lo
que se refiere a los seglares, son dos los sacramentos que imprimen carácter:
el Bautismo y
Nuevo
fundamento del apostolado seglar es el Sacerdocio de Cristo, del que, según S.
Pedro, participan todos los fieles: "Vosotros, como piedras vivas, sois
edificados en casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios
espirituales, aceptos a Dios por Jesucristo..
No se reduce, sin embargo, a pura metáfora el sacerdocio de los fieles. Es una realidad espiritual fundada en el carácter sacramental, aunque diversa del sacerdocio que poseen los ministros ordenados. Dice Santo Tomás: "También los fieles son deputados a recibir y comunicar a los demás todo lo que se refiere al culto divino.
Y ésta es precisamente la finalidad del carácter sacramental. Toda la parte ritual de la religión cristiana proviene del sacerdocio de Jesucristo. Es, por tanto, evidente, que el carácter sacramental es particularmente carácter de Cristo, a cuyo sacerdocio se configuran los fieles por medio del carácter sacramental, que no es más que una participación que Cristo les concede de su propio sacerdocio"[54] (54).
¿Qué
objeto tiene ese sacerdocio espiritual? No otorga a los fieles el derecho a
ofrecer el sacrificio de Cristo, en persona del mismo Cristo. Les da, sin
embargo, la facultad de unirse a Cristo y colaborar con El en su obra de
salvación, o, como dice enérgicamente el Apóstol, "de suplir lo que falta a
las tribulaciones de Cristo por su cuerpo, que es
La
actividad de los fieles encuentra en los carismas un apoyo extraordinario,
milagroso y, por consiguiente, eficacísimo. Mas por lo mismo que se trata de
una cosa extraordinaria, que remedia necesidades también extraordinarias de
Aunque
los carismas vienen directamente de Dios, sin mediación de
Según Santo Tomás, los carismas se ordenan propiamente al apostolado: "La gracia gratis data se concede para que el hombre ayude a los demás a convertirse a Dios. Esto no puede el hombre hacerlo moviéndoles interiormente, cosa que pertenece a sólo Dios.
Puede, sin embargo, moverles externamente por medio de la enseñanza y de la persuasión. Por eso la gracia gratis data se extiende a todas aquellas cosas de que el hombre necesita para instruir a otros acerca de las cosas divinas qué superan la capacidad de la razón humana. Tres son estos requisitos: en primer lugar, es necesario que el hombre posea un perfecto conocimiento de las cosas divinas, para que pueda enseñarlas a los demás. Que pueda luego demostrar lo que afirma; de lo contrario, su doctrina carecedería de toda eficacia. Por último, poder expresar con claridad a los oyentes las verdades que tiene su mente"[59].
Puesto
que Dios distribuye libremente tales gracias, cuando quiere y a quien quiere,
nadie debe esperarlas ni organizar su apostolado contando anticipadamente con
ellos. No se pueden, por consiguiente, tomar como fundamento ordinario de la
actividad apostólica. Más nunca faltaron en
"Apóstoles" es una forma adjetival derivada del verbo griego "apostéllo" (enviar). Los griegos la empleaban antiguamente para designar una expedición, sobre todo si era naval, o una entera flota enviada con un fin determinado. De ahí pasó el término a significar misión en general. Poco a poco esta palabra se introdujo también en el lenguaje de los judíos, debido en primer lugar a la traducción de los Setenta, donde "Apostólos" aparece frecuentemente con el significado de enviado. Mas, entre los judíos, "apostólos" no se aplica exclusivamente a una misión religiosa. El Código de Teodosio (c. a. 436) dice que los judíos "llaman apóstoles a todos aquellos que, mandados por el patriarca, exigen a su debido tiempo el oro y la plata"[61]. A primeros del siglo cuarto escribía Eusebio de Cesárea: "Suelen todavía los judíos llamar apóstoles a los que distribuyen las cartas circulares de sus gobernantes"[62].
En los Evangelios es donde recibe esta palabra su sentido estrictamente religioso. No son apóstoles todos los "enviados", aunque hayan sido mandados por el mismo Cristo. No se les llama apóstoles, sino simplemente discípulos, a aquellos setenta y dos que el Señor envió a predicar. Para que alguien sea Apóstol es necesario que sea elegido y designado por Jesucristo personalmente. Los Evangelios presentan la elección de los Apóstoles como un acontecimiento de trascendental importancia: "Aconteció por aquellos días que salió El hacia la montaña para orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando llegó el día, llamó a sí a los discípulos y escogió a doce de ellos, a quienes dio el nombre de Apóstoles"[63]. "Subió a un monte, y llamando a los que quiso, vinieron a El, y designó doce para que le acompañaran y para enviarlos a predicar, con poder de curar las enfermedades y expulsar a los demonios"[64]. La prolongada e íntima convivencia con Cristo es una de las condiciones indispensables para ser verdadero Apóstol. Cuando decidieron los Apóstoles poner a otro en lugar de Judas el traidor, fue precisamente ésa la primera cualidad que exigían en los candidatos antes de presentarlos a Dios: "Ahora, pues, conviene que de todos los varones que nos han acompañado todo el tiempo que vivió entre nosotros el Señor Jesús a partir del bautismo de Juan hasta el día en que fue tomado de entre nosotros, uno de ellos sea testigo con nosotros de su resurrección"[65]. De ahí se explica la preocupación continua de San Pablo por demostrar que ha visto muchas veces a Cristo y que ha recibido de El personalmente la doctrina y el Apostolado: "Porque os hago saber, hermanos, que el Evangelio por mí predicado no es de hombre, pues yo no lo recibí o aprendí de los hombres, sino por revelación de Jesucristo"[66]. "¿No soy libre yo? ¿No soy apóstol? ¿No he visto a Jesús Nuestro Señor? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor? Si para otros no soy apóstol, al menos para vosotros lo soy, pues sois el sello de mi apostolado en el Señor"[67]. Entendiendo la palabra en este sentido estricto, los apóstoles son solamente los doce (incluyendo en esta fórmula a Pablo, que hace el número trece.
Mas no
faltan en el Nuevo Testamento ocasiones en que "apóstol" se emplea en sentido
amplio y menos propio. San Pablo, al enumerar los carismáticos cita entre
ellos a los apóstoles: "Según la disposición de Dios en la iglesia, primero
Apóstoles, luego Profetas, luego Doctores, etcétera"[68],
casi lo mismo se dice en Ef. 4, 11. Leemos en
Más no
se reduce a esto el oficio apostólico. Apóstoles son también los que gobiernan
Antes de que pasemos a estudiar el apostolado de los seglares, es necesario determinar bien el ámbito del apostolado eclesiástico en general, del que forma parte el apostolado seglar.
Siendo
la misión de
Son las
almas humanas, para cuya salvación fue fundada
Por lo
dicho se ve claramente que la autoridad y la acción de
Es a las almas humanas, a
quienes primaria y principalmente se ordena
Cristo es, pues, Redentor no solamente de las almas, sino también de toda la creación material. El rey del reino espiritual, y además de todo el orden temporal: "Tiene sobre su manto y sobre su muslo escrito su nombre: Rey de reyes, Señor de señores"[75]. Escribía Pío XI: "Se equivoca radicalmente quien crea estar exenta del imperio de Cristo hombre, las cosas civiles. Ha recibido del Padre tan absoluto dominio de la creación, que todas las cosas le obedecen a su arbitrio"[76]. Este derecho le tiene Cristo no sólo en cuanto Dios, sino también como Redentor: "¿Qué otra cosa podríamos imaginar mas consoladora y dulce para nuestra reflexión que ésta: Cristo nos gobierna por derecho hereditario, y además por un título adquirido: el de la redención?"[77]. Dice Santo Tomás: "Con la victoria de la cruz Jesucristo mereció la potestad y el dominio sobre las naciones"[78] (78).
Jesucristo encomendó también a su Iglesia este fin secundario de
Mientras tanto, estos dos reinos, el espiritual y el temporal, permanecen en su mutua distinción. Ambos independientes en su propio campo (aunque el temporal tenga su fin subordinado al del espiritual), ambos autónomos, deben, sin embargo, colaborar a fin de que el reino de Cristo adquiera su pleno desarrollo. La dualidad lleva inherentes algunos problemas que tocan a la conciencia cristiana. Por eso decía San Agustín : "Como estamos compuestos de alma y cuerpo, y hemos de usar de las dos cosas temporales para el sustento de nuestra vida mortal, es necesario que, en cuanto a esta vida se refiere, estemos sujetos a las autoridades, es decir, a los hombres que administran en justicia los negocios de este mundo. Mas tenemos, por otra parte, la facultad de creer en Dios y caminar hacia su reino. Bajo este aspecto, no podemos someternos a nadie que intente privarnos de aquello precisamente que Dios nos ha dado para conseguir la vida eterna. Sé halla en gran erró? quien, por el hecho de ser cristiano, se cree dispensado de pagar el tributo o los impuestos y de respetar debidamente a las autoridades que lo exijan. Sería, por el contrario, aún más grave el error del que creyese que su fe está también bajo el poder de los administradores de los bienes temporales. Hay que guardar la norma ordenada por el Señor: dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. En aquel reino a que hemos sido llamados no existe algún poder temporal. Pero mientras estemos de camino, mientras llega' el tiempo en que será destruido todo principado y toda potestad, sobrellevemos la situación en que nos coloca el orden actual de la sociedad humana, obrando siempre con sinceridad, pues más que a los hombres obedecemos a Dios que nos lo manda"[82] .
Existen
dentro de
El
apostolado de los fieles se basa también en el carácter sacramental, como
antes dijimos; mas su ejercicio actual obedece a la inspiración del Espíritu
Santo. Suele por esto llamarse misión de parte del Espíritu. Tal inspiración
del Espíritu Santo, siendo como es una gracia actual, no proporciona al
apostolado la continuidad y regularidad que le otorga la anterior. Se concede
a los fieles según la exigencia de las necesidades de
El alcance de este apostolado no se extiende a todo el ámbito espiritual de la actividad jerárquica. Por otra parte, abarca todo el mundo profano, aun en los aspectos acotados a la jerarquía. Pero es siempre la jerarquía quien, según los casos, gobierna, dirige o al menos vigila el apostolado de los seglares.
Antes de terminar este capítulo, queremos dar una nueva división del apostolado en directo e indirecto. La distinción tiene lugar especialmente cuando se trata de apostolado ejercido con un fin espiritual, ya sea por clérigos, ya por seglares. El apostolado se llama directo, cuando los medios escogidos para obtener ese fin espiritual son también espirituales (v. gr., los sacramentos, la predicación, la catequesis); es indirecto, si los medios son temporales (como son: el cuidado de los enfermos, la educación profana, etc.). En el primero coinciden el objeto de la obra con la intención de quien la ejecuta; en el segundo, siendo temporal el objeto de la acción, la actividad resulta espiritual sólo por la intención del que la lleva a cabo.
SEGUNDA PARTE
FORMAS CONCRETAS DE APOSTOLADO SEGLAR
CAPITULO VI DIVERSAS FORMAS DEL APOSTOLADO SEGLAR
Para mayor claridad reducimos las diversas formas de apostolado seglar a las cuatro siguientes :
1) Actividades por encargo o delegación de la autoridad eclesiástica.
2) Acción
Católica.- Es un apostolado estrictamente seglar en torno al fin primario de
3) Actividad
de los católicos en el orden espiritual.- Comprendemos bajo esta
denominación toda actividad de
4) Actividad
de los católicos en el orden temporal.- Esta labor se refiere al fin
secundario de
Hemos ordenado las diversas formas de apostolado de tal manera, que se vea el diverso grado en que cada una depende de la jerarquía: comenzando por la primera, en que la dependencia es máxima, hasta la cuarta, donde es ya muy reducida.
Toda
actividad de la jerarquía como tal nace de su doble potestad de orden y de
jurisdicción. La potestad de orden no puede ser delegada. Únicamente puede uno
ser ordenado, pero entonces ya deja de ser seglar. En cambio, la potestad de
jurisdicción puede muy bien delegarse a seglares, al menos a los varones. Y no
faltan casos de ello en la historia de
No todos
los sacramentos exigen para su validez que quien los administra posea el
carácter sacerdotal. El Bautismo puede administrarlo válidamente cualquiera,
aunque sea un infiel, y en caso de necesidad lo haría lícitamente. El
matrimonio es administrado por los mismos contrayentes, siendo el único
sacramento en que el seglar es ministro ordinario. Tampoco el distri-guir
Mucho
más importante es el papel de los seglares en las funciones litúrgicas, sobre
todo en ministerios que incumben a los que han recibido órdenes menores, pero
que de hecho desempeñan hoy los acólitos y sacristanes. Aun los oficios mismos
de Diácono y subdiácono pueden encomendarse a los seglares, como se hizo en
los primeros siglos de
No nos
referimos aquí a la enseñanza privada de la doctrina cristiana, cosa que
pueden y en ocasiones deben hacer todos, sino a la enseñanza pública y oficial
de la doctrina de
A partir
del siglo segundo se concede cada vez más raramente a los seglares la
autorización para predicar públicamente. Aunque hasta el siglo cuarto no
faltan casos en que se da tal concesión. Varios Obispos invitaron a Orígenes,
siendo aún seglar, a predicar en sus Iglesias. Leemos en las Constituciones
Apostólicas: "También los seglares pueden enseñar en público con tal que sepan
hablar bien y sean de buenas costumbres"[88].
A partir de entonces la disciplina se hace cada vez más severa. Las Antiguas
Normas Eclesiásticas ordenaban: "Por muy instruida que sea una mujer, nunca se
le permita enseñar en asamblea donde hay varones" ; "El seglar no debe enseñar
en presencia de clérigos, sin el consentimiento de éstos"[89].
San León finalmente reservó a los sacerdotes todo lo que sea predicación
oficial: "Procuro que nadie, fuera de los sacerdotes del Señor, se arrogue el
derecho de predicar: ni monjes, ni seglares, aun cuando posean mucha ciencia.
Porque, aun siendo de desear que todos los hijos de
Durante
los siglos XII y XIII algunos seglares promovieron "Movimientos" apostólicos
de predicación. Pedro Valdo y sus discípulos dieron comienzo a sus "Homilías"
en el norte de Italia. Habiéndoselo prohibido el Obispo de Lión, Valdo apeló a
Alejandro III. "El Papa le acogió benévolamente, alabándole por el voto de
pobreza voluntaria que había hecho, pero al mismo tiempo prohibiéndole a él y
a sus compañeros al predicar, a no ser que se lo pidiesen los sacerdotes..
Últimamente los errores de
Al
faltar el clero, a veces se hace necesario encomendar a seglares piadosos
algunas tareas de la cura de almas[95]
(95). Como hemos dicho antes hablando del oficio de enseñar, cuando afirmamos
que los seglares participan en algunos oficios de la cura de almas, no
hablamos de su jurisdicción sobre las almas. Se trata únicamente de algunos
actos que ejercen por comisión. Ni nos referimos al cuidado espiritual que
padres y tutores tienen de los niños; aqui hablamos de la cura de almas
estrictamente pastoral, que de por si pertenece a la jerarquía. Por las Cartas
de San Pablo advertimos que ya los Apóstoles encomendaron algunas tareas
apostólicas a seglares de piedad profunda: "Un ruego voy a haceros, hermanos:
Vosotros conocéis la casa de Estéfana, que es la primicia de Acaya y se ha
consagrado al servicio de los santos. Mostraos deferentes con ellos y con
todos cuantos como ellos trabajan y se afanan. Me alegraré de la llegada de
Estéfana, de la de Fortunato y de la de Acalco, porque han suplido vuestra
ausencia. Han traído la tranquilidad a mi espíritu y al vuestro. Quedadles,
pues, reconocidos"[96]
(96). También hoy se dan casos de éstos en misiones apartadas, que el
sacerdote sólo puede visitar de tarde en tarde. En esos lugares el catequista,
debidamente designado por el Superior eclesiástico, hace todos los oficios del
pastor, exceptuando los estrictamente reservados al sacerdocio o a las órdenes
sagradas: bautiza, asiste a los que contraen matrimonio, visita a enfermos y
moribundos, preside en los funerales, los domingos y los días festivos lee el
Evangelio a los fieles reunidos en la iglesia, les exhorta, dirige las
oraciones de la comunidad y catequiza. En 1942, la autoridad eclesiástica irñ^
puso a los fieles de la misión de Urundi (África) la obligación "bajo grave"
de asistir a estas reuniones dominicales dirigidas por catequistas. También
se debatió la misma cuestión en el Concilio Plenario de
Por lo
que se refiere a los bienes temporales de
Durante
los siglos III y IV parece haber existido, al menos en África, una especie de
Consejo de Seglares, encargados de la administració
Puntos
más salientes del Código de Derecho Canónico referentes a este asunto: "El
Romano Pontífice es el supremo administrador y dispensario de todos los bienes
eclesiásticos" (e. 1518); "Al Ordinario local pertenece vigilar diligentemente
sobre la administració
Todas las actividades hasta aquí enumeradas son verdaderas prácticas de apostolado seglar, cuando los seglares las realizan por encargo de la legitima autoridad eclesiástica. Mas en este caso no dependen de su iniciativa. Son más bien una participación de los seglares en la labor apostólica de la jerarquía, quien determina el sentido y el alcance de aquélla. En los apartados siguientes hablaremos del apostolado plenamente seglar. Pero antes queremos hacer algunas observaciones sobre una cuestión íntimamente unida con las anteriores.
Se disputa hoy con interés sobre la conveniencia de restablecer las Ordenes anteriores al sacerdocio, devolviéndoles su antigua utilidad práctica. Sabemos, por los Hechos de los Apóstoles, que el Diaconado fue instituido para que los Apóstoles se viesen libres de ocupaciones no estrictamente sacerdotales, con el fin de poderse dedicar enteramente a la oración y predicación.
Pasando
los siglos, por exigencias del sagrado ministerio, instituyó
Durante muchos siglos, esas Ordenes tuvieron el carácter de ministerios permanentes, es decir, que quien recibía alguno de ellos podía quedarse en él y ejercitarlo durante toda la vida. En otras palabras: las Ordenes menores, más que una potestad, eran un ministerio; si alguno, por ej.. se le ordenaba lector o acólito, era precisamente por la necesidad de alguien que cumpliera estos oficios.
A partir del siglo X se descubre un desplazamiento progresivo de la atención: ahora se fija más en la potestad que confieren las ordeñes que en su aspecto de servicio. Contribuyó a fomentar esta tendencia la opinión teológica, según la cual creían entonces que todas las órdenes, aun las menores, imprimen carácter sacramental. Escribe Santo Tomás: "Sobre esto ha habido tres opiniones. Algunos han dicho que sólo el sacerdocio imprime carácter. Pero esto es falso. Porque ninguno, fuera del diácono, puede ejercer las funciones de diácono; prueba de que en la dispensación de los sacramentos tiene un poder que no poseen los demás. Por eso han creído algunos que también las Ordenes mayores imprimen carácter, pero no las menores. Cosa igualmente errada, ya que cualquiera de las Ordenes coloca al ministro por encima del pueblo, en lo tocante a la potestad de dispersar los sacramentos. Y como lo que coloca a alguien por encima de los demás es precisamente el carácter, es manifiesto que todos imprimen carácter. Prueba de ello es también que duran siempre y no pueden repetirse. Esta tercera sentencia es la más común"[100]. De este modo todas las Ordenes anteriores al sacerdocio se fueron considerando como un poder más que un oficio. Finalmente quedaron como meros escalones para llegar al sacerdocio. La actual legislación eclesiástica ordena: "La primera tonsura y las órdenes sólo deben conferirse a aquellos que tengan el propósito de ascender hasta el presbiterado y de los cuales se pueda razonablemente conjeturarse que han de ser algún día sacerdotes dignos"[101]; pueden, sin embargo, ejercer las órdenes ya recibidas aun cuando rehúsen recibir órdenes superiores, no puede el Obispo obligarlo a recibirlas, ni puede prohibirle el ejercicio de las ya recibidas, a no ser que tenga algún impedimento canónico o haya, a juicio del Obispo, alguna causa grave que lo impida"[102]. Tales Ordenes han desaparecido como ministerio, quedando únicamente como potestad simbólica. Los seglares son los que hoy cumplen las funciones de las Ordenes menores.
Los
Padres del Concilio Tridentino, en la séptima sesión, día 15 de julio de 1563,
decretaron: "Canon 17: que, en conformidad con los sagrados cánones, sean
restablecidas al primitivo vigor de que gozaron en
Algunos
encuentran, además, otra ventaja en la repristinació
Los que
trabajan por la vuelta de las Iglesias protestantes ven el diaconado como la
mejor solución al arduo problema que plantea la conversión de los "pastores".
Vinculados como están a sus familias, no pueden ejercer el sacerdocio. Por
otra parte, les sería muy desagradable verse reducidos a simples seglares.
Suelen, además, estar dotados de muy buenas cualidades, y podrían prestar a
Algunos
desearían que los altos oficiales de
La presente cuestión no es tan sencilla como pudiera creerse a primera vista; para evitar confusiones hacemos algunas advertencias:
1) La primera duda se refiere a la terminología: ¿si los seglares reciben
las Ordenes menores, continúan siendo seglares? No es posible dar una
respuesta categórica; en cuanto al Orden y al oficio son clérigos; en cuanto
al modo de vida, seglares. Como ya hemos advertido anteriormente, los clérigos
se diferencian de los seglares no sólo por razón del Orden, sino también por
la manera de vida, .que es de retiro del mundo, cosa que, en nuestra
hipótesis, no estarían obligados a observar los seglares ordenados de menores.
Su situación es análoga a la de los miembros de los Institutos Seculares: en
sentido teológico son religiosos, mientras jurídicamente son sólo seglares. No
hay inconveniente en que
2) Adviértese, en primer lugar, que no se trata de
ensanchar el ámbito del apostolado seglar; es más bien una ampliación y una
intensificació
3) Una revalorizació
Comenzando a tratar del apostolado seglar propiamente dicho, damos la
preferencia a
Como ya
hemos indicado antes, el apostolado de los seglares no es en sí mismo una
institución orgánica u oficial, como lo es el apostolado de la jerarquía. Es
más bien una actividad privada, dependiente de la iniciativa individual, que
ha producido siempre en
León
XIII dio aún mayor precisión a la idea recibida de su predecesor. En
El
continuo uso que de él hizo San Pío X dio a la expresión Acción Católica su
verdadero valor y sentido propio. El 11 de junio de 1905, el Santo Pontífice
publicó un documento sobre
También
Benedicto XV, a pesar de las muchas desgracias que cayeron sobre
Finalmente, Pío XI puso fin a esta gran obra, preparada con tanto cuidado por
sus predecesores. El fue quien dio a
En su
carta del 13 de noviembre de 1928 al Cardenal Bertram, escribe Pío XI acerca
de la naturaleza de
1) qué significa "participació
2) qué se entiende por "mandato";
3) qué parte cabe a la jerarquía de este apostolado de los seglares;
4) alcance y límites de
5) ¿se reduce todo al apostolado seglar a
6) concepto de Acción Católica que nos ha dejado Pío XII.
En su
célebre definición de
Aunque
en otras ocasiones el mismo Pío XI usó de los términos de "colaboración" y
"cooperación" como sinónimos de "participació
Pío XII
usa muy raramente del vocablo "participació
La
diversa terminología de los Sumos Pontífices dio ocasión a la diversidad de
opiniones entre los autores. Algunos teólogos, como el P. Dabín, piensan que
la definición de Pío XI es "estrictamente teológica, debiendo, por
consiguiente las palabras "participació
Contra
tales exageraciones declararon los Obispos alemanes en
No
faltan, por el contrario, pesimistas que no ven en
Para esclarecer un poco tan difícil cuestión, ofrecemos algunas consideraciones:
a) Como muchas veces ha afirmado Pío XI,
b) Además de coordenar el apostolado individual de cada seglar con el de
los demás,
c) ¿Qué palabra expresa mejor la integración del apostolado seglar en el
jerárquico: "participació
Escribe
Pío XI en su carta al Cardenal Ber-trám: "La sagrada Jerarquía, al mismo
tiempo que el mandato, da también apoyo y estímulo a los fieles que, asi
unidos, estuviesen siempre dispuestos a secundar sus empresas"[119].
Esta expresión es frecuente en sus documentos. También Pío XII hace referencia
muchas veces al mandato. Nueva dificultad y nuevas controversias. ¿En qué
sentido debe entenderse la palabra "mandato"? ¿Qué es lo que recibe
Son
pocos los que piensan que el "mandato" nada incluye; casi todos admiten que
significa algo positivo. Según unos, indica la misión canónica en sentido
estricto, por la que se comunica al mandatario una participación de la
potestad jerárquica. De esta opinión es Monseñor Zacarías de Vizcarra,
Asistente Eclesiástico de
Por consiguiente, el "mandato" de que tratamos parece debe entenderse en un sentido especial y nuevo, que no es el sentido jurídico del Código, ni es tampoco un sentido meramente literal.
Por una
parte, el mandato no comunica a los miembros de
Tenemos
una analogía con lo que sucede en la profesión religiosa. Los votos serán
siempre una acción libre del individuo para con Dios. Puede, sin embargo,
Como
afirmaba Pío XII en su discurso al Congreso Internacional de Apostolado
Seglar, la actividad apostólica de los seglares puede depender de
En esa
gradación de dependencia, el último puesto corresponde a las asociaciones
puramente seglares, es decir, a aquellas que
Las
asociaciones que han sido constituidas por
No
obstante, a los seglares, miembros de
Para
garantizar mejor la autonomía de
San Pío
X, que ha sido en gran parte el autor de la denominación "acción católica",
dejó ya definido en su Encíclica II termo Proposito, el ámbito de
Por
tanto,
Por el
hecho de que
Todos los fieles tienen el deber de hacer apostolado, aunque no todos en forma rigurosamente organizada. He aquí cómo argumenta el Papa en el citado discurso: ¿Se puede afirmar que están todos llamados al apostolado, tomando este vocablo en un sentido único? Dios no ha concedido idéntica oportunidad ni las mismas cualidades para ello. No se puede pedir a una esposa o a una madre de familia, ocupada en la educación cristiana de sus hijos, en las labores domésticas y en ayudar al marido a sostener la economía familiar que se entregue a un apostolado de esa clase. No están, pues, llamadas a ejercer el apostolado organizado[136].
El
discurso de Pío XII (5-10-1957) al Segundo Congreso Internacional de
Apostolado Seglar, ha dado nuevas orientaciones que, sin ser obligatorias,
eran propuestas a la atenta consideración del mismo Congreso[137].
El motivo de introducir tal novedad es el siguiente: reservar el nombre
"Acción' Católica" exclusivamente para designar una forma determinada de
apostolado ocasiona en la mente, del pueblo cierto prejuicio contra las demás
formas organizadas de actividad apostólica, como si no fueran auténtico
apostolado. Es ciertamente un error el de muchos que identifican
Para
evitar este inconveniente, el Sumo Pontífice propone dos modificaciones: una,
que se refiere a la terminología; otra, a la organización. En cuanto a la
primera, debiera utilizarse en adelante la denominación "Acción Católica",
nombre hasta el presente aplicado a una forma particular de apostolado
organizado, para designarlas todas en general: el nombre de una especie se
generaliza. Automáticamente la estructura de
La
reforma aporta varias modificaciones a
1)
Finalidad Universal.
2) El
mandato. Es la otra propiedad que hasta el presente se consideraba esencial en
el concepto de Acción Católica, que, por el mero hecho de serlo, se presuponía
haberlo recibido. Mas ahora la finalidad universal se traslada, de manera que
ya no pertenece a las asociaciones particulares, sino al conjunto;
paralelamente, el mandato ya no se concede a
¿Qué significa, pues, "Acción Católica" en su nuevo sentido? A nuestro modo de ver, el Sumo Pontífice ha querido designar con este nombre el conjunto de asociaciones dedicadas al apostolado seglar. No simplemente el apostolado seglar, sino el apostolado orgánico; ni tampoco las diversas asociaciones de por sí, sino su conjunto. El Papa no ha determinado cuál haya de ser la naturaleza de esta federación y cuáles los vínculos entre las diversas corporaciones. Lo deja al estudio de los peritos.
Para que mejor se entienda lo que vamos a decir en este capítulo, hacemos las siguientes observaciones:
1) Con
el nombre de actividad de los católicos designamos todo apostolado, individual
o colectivo, que los seglares ejercen por iniciativa privada[140].
Los organismos que erigen los seglares por su propia cuenta no adquieren
categoría de persona moral en
2) No tratamos aquí del apostolado en su sentido estricto, sino en un sentido más amplio. Es difícil deslindar con precisión, afirma Pío XII, lo que pertenece al apostolado seglar propiamente dicho. Así, por ejemplo, podríamos preguntamos si son actividades apostólicas: la educación de los hijos por padres de piedad ardiente o maestros de vida auténticamente cristiana; la conducta de un buen médico católico, cuya conciencia no cede cuando entra en juego la ley natural o divina, y defiende enérgicamente la dignidad cristiana de los cónyuges y los derechos sagrados de la prole; la actuación de un político que trabaja por aumentar el número de viviendas proyectadas en pro de los menos favorecidos por la fortuna. Muchos lo niegan, por no ver en ello otra cosa que el cumplimiento de un deber. El Sumo Pontífice cree que es una labor de eficacia incomparable este sencillo cumplimiento del deber, que realizan miles y miles de fieles de una conciencia ejemplar[141].
3) La
actividad de los católicos incluye, además de las actividades apostólicas de
orden espiritual, aquellas de orden temporal que se refieren al fin secundario
de
Es una
cuestión que no necesita largas explicaciones. En el orden espiritual, la
acción de los católicos tiene el mismo objeto y extensión que
Es
apostolado directo todo lo que hacen los fieles, individual o colectivamente,
para fomentar el culto divino, la frecuencia de los sacramentos, prácticas
piadosas, etc. Una de las normas principales de este apostolado es la
instrucción religiosa. No se trata de la enseñanza oficial y pública, que, por
delegación de
Existe
otra manera de magisterio que, aunque no público en sentido jurídico, lo es en
sentido vulgar, es decir; se dirige a la multitud. Ejercen este magisterio los
seglares competentes que con sus palabras y sus escritos propagan la fe
católica. Su apostolado no es autoritativo, y, por consiguiente, carece de
valor dogmático y moral en
El
apostolado indirecto en el orden espiritual consiste, según hemos indicado ya,
en utilizar medios temporales para la conversión o aprovechamiento de las
almas. Mas no cualquier actividad temporal puede fácilmente convertirse en
apostolado espiritual: es necesario que posea alguna aptitud natural para
atraer a las almas. Los más eficaces son las obras de caridad, como: el
cuidado de los enfermos y huérfanos, la educación de los niños, el socorro de
los pobres, etc. En nuestros días, todo lo que contribuya a mejorar la
condición del obrero o a suavizar la tensión existente entre las diversas
clases sociales, es un medio magnífico de apostolado indirecto, por ser el más
indicado para disponer los animos a recibir la verdad. Otros medios modernos,
son, por ejemplo: la imprenta", el cine; la radio, la televisión, etc. Pueden
también utilizarse como medios de apostolado indirecto los "scouts", "clubs" y
otras corporaciones sociales. En un discurso del 5 de octubre de 1950, Pío XII
dio bien a entender el ámbito inmenso de tal apostolado: no solamente los
maestros y maestras, sino cualquier hombre o mujer pueden desplegar una labor
apostólica eficacísima a través de su profesión. Mejor oportunidad aun tienen
hoy los médicos, ingenieros y demás especialistas que, como miembros de
Con estas breves nociones sobre el apostolado seglar de orden espiritual, podemos ya explicar su actividad en el orden temporal, terreno reservado a ellos solos.
Es uno
de los puntos más importantes en la cuestión del apostolado de los seglares,
pues sólo ellos pueden convenientemente desarrollar esta actividad,
perteneciente al fin secundario de
1) No se trata aquí del último fin del agente. Todo acto del cristiano, como de cualquier otro hombre, debe dirigirse en último término a Dios. El fin último de cualquier acto humano es siempre la gloria de Dios y la salvación eterna del que lo ejecuta en primer lugar, y luego de los demás. En esto coinciden el apostolado espiritual y el temporal.
2) La diferencia fundamental entre las dos maneras de apostolado radica en el fin próximo de la acción: ¿se identifican la intención del agente y el fin de la acción misma? En el apostolado de orden temporal, sí (siempre que se trate de una acción naturalmente buena); en el apostolado espiritual indirecto el fin de la acción es solamente un medio para que el agente pueda conseguir un fin espiritual. En el primer caso, se busca el fin de la acción en si mismo; en el segundo, únicamente en orden a otra cosa. Un ejemplo: hace apostolado espiritual indirecto el médico misionero que se esfuerza por devolver la salud corporal a un enfermo, con el fin de que su alma esté mejor dispuesta a recibir la gracia de la conversión. Este busca ciertamente la salud, pero no como fin próximo, sino como medio para conseguirlo. Pongamos el caso de otro médico católico, lleno de caridad cristiana, que trabaja por la salud del enfermo, sin añadir otro fin próximo a su acción: para éste coinciden el objeto de la acción y su propia intención. Tratamos de averiguar si es un acto meritorio el de este segundo médico; si puede convertirse en auténtico apostolado.
3) Adviértase que, en nuestras hipótesis, las acciones del segundo médico no carecen de último fin sobrenatural, sino solamente del fin próximo espiritual. Con relación al último fin, todos los demás fines, espirituales o temporales, no pasan de ser medios. Nuestra cuestión se plantea a la altura del fin próximo, y es la siguiente: ¿tiene el orden temporal en sí mismo algún valor que permita considerarlo fin próximo, o ha de ser por fuerza sólo medio ordenado a una ulterior finalidad espiritual? Intentaremos resolver este difícil problema.
¿Hay realmente valores naturales?
He aquí cómo plantea el problema Mrs. Gerardo Philips: "La cuestión es tal vez prematura, pero se propone frecuentemente. Abordémosla con plena sinceridad. No es raro entre los seglares creerse considerados por el clero cristianos de un grado inferior, a los que se concede -porque no se puede por menos-ocuparse de las cosas transitorias del mundo. A los ojos del sacerdote, nada tiene valor, fuera del Reino de Dios; y los "valores" temporales para él prácticamente no existen. Según ellos el mundo no es más que un puro medio para conseguir "otrn cosa". No les interesa que el mundo progrese. Sus obras e instituciones de caridad no son mas que ardides para atraer a las almas. Los seglares han tomado este asunto muy en serio y se creen obligados a defender denodadamente los bienes humanos contra las continuas incursiones del clericalismo. De aquí nacen conflictos a cada paso.
"Este problema, va de por sí muy arduo, te agrava con las contiendas de naturalistas y sobre naturalistas. Aquéllos proclaman la existencia de bienes naturales creados por Dios y entregados al hombre; y advierten que un larvado maniqueísmo quiere condenar el mundo, como si fuera obra del espíritu maligno; censuran ásperamente a los místicos por despreciar, llevados de sus ansias espirituales, toda realidad terrena. Los sobre naturalistas, por el contrario, temen que atribuyamos a la naturaleza una especie de justicia intrínseca e independencia absoluta, oscureciendo así nuestra orientación hacia Dios. Condenan los encantos de las cosas terrenas por el peligro de ser enredados en ellas. Con tono profético nos advierten que pasa la figura de este mundo: ¿para qué gastar nuestros esfuerzos en un edificio que se derrumba?
"Este es el crudo problema del humanismo cristiano. Ni católicos, ni protestantes, ni ortodoxos han podido eludirle. La cuestión, que no se resolverá a base de silogismos, alcanza a la entraña del Evangelio y pone en juego la existencia misma del cristiano seglar en cuanto tal"[146] (146).
Creemos
que toda esta controversia desagradable parte de una equivocada posición
inicial: tanto los naturalistas, que ven en el mundo material un bien
absoluto, como los seudo-supernaturali
La doble finalidad que hemos indicado posee el mundo trae consigo una doble actitud de la mente cristiana hacia él: renuncia ascética éñ el plano subjetivo y personal, explotación generosa en el plano objetivo social. La primera se refiere al disfrute de las cosas temporales, la segunda a su rendimiento.
San Pablo define muy bien cuál debe ser la actitud personal de cada uno frente al mundo: "Digoos, pues, hermanos, que el tiempo es corto. Sólo queda que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no llorasen; los que se alegran, como si no se alegrasen; los que compran, como si no poseyesen, y los que disfrutan del mundo como si no disfrutasen; porque pasa la apariencia de este mundo"[148]. Todos los bienes temporales están hechos para servicio del hombre, pero no todos los bienes son útiles a todos. Es tan necesario renunciar a lo superfluo como poseer lo necesario; y existe mayor peligro, dada la corrupción de la naturaleza humana, en la abundancia excesiva de bienes temporales que en su carencia. Las mismas cosas imprescindibles deben poseerse con espíritu de renuncia: los peldaños de una escalera nos prestan servicio cuando les pisamos y continuamos adelante, no cuando nos detenemos a descansar en ellos. Para dar un ejemplo palpable de esta verdad, algunas almas reciben llamamiento a una vida dé completa renuncia aun a las cosas que comúnmente se consideran imprescindibles. No practican solamente el espíritu de desprendimiento, cosa que deben hacer todos los fieles, sino que abandonan realmente todo, en cuanto lo permite la presente condición de vida. Da vida de éstos realiza concretamente el triunfo del espíritu sobre la materia.
Mas la renuncia total no es una negación de los "valores" temporales: hay un abismo entre la actitud del marxista y la del monje ante los bienes temporales. El marxista condena la propiedad privada (aunque él suele conservar la suya), como algo malo, al menos para los demás. El monje renuncia a la propiedad (sin condenarla) porque la cree una cosa buena, y, por tanto, digna de ser ofrecida a Dios. De ahí la sublime paradoja: los mayores defensores de la propiedad, de la familia y de la libertad son los que han renunciado a ellas.
La
actitud integral del cristianismo con relación al mundo es un equilibrio entre
el desprendimiento y la explotación: ser parco en el disfrute, y generoso en
lo que se refiere a su explotación y mejoramiento. El asceta de Asís, habiendo
renunciado al mundo, no por eso se hizo enemigo implacable del mundo, sino,
todo lo contrario, cantor entusiasta de la naturaleza. Otro tanto hicieron los
tres jóvenes en el horno ardiendo.
Ha
habido épocas en la historia de
Mas
estos sentimientos pasajeros no lograron debilitar el verdadero y profundo
sentir de
Este es
el inmenso campo de apostolado reservado a los seglares, donde ellos pueden
ejercitarse libremente y cosechar abundantes frutos. Como ya hemos dicho, a
BIBLIOGRAFÍA
NOTA.-Como ya existen bibliografías sistemáticas y bastante completas sobre el Apostolado seglar, las reseñamos aquí en primer lugar como fuentes, y después indicamos las más recientes publicaciones.
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
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GUJCDE
BIELIGRAPHIQÜ
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PUBLICACIONES RECIENTES
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BONAVENTURA D'AR. :
CAPPELLINI, E.: Azione Cattolica e Movimenti politici di ispirazione Cristiana nell'insegnamento di Pío XII. Pont.
Univers. Lateranensis, Roma, 1960.
GARRE, A. M.: Prétres et La'ics, apotres de Jésus-Christ. Paris, Cerf, 1961.
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PEDERICI. T.: Speranza dei Laici. Quaderni Missionari n. 2; Edizioni Missioni Consolata, Torino, 1961.
GUERRY: L'Eglise dans la mélée des peuples. Paris, Bonne Presse, 1961. HIEMERL, H.: Kirche, Klerus und Laien. Wien, 1961.
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J.: II Diaconato.
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SEUMOIS, A.: Apostolat: Structure théologique. Ed. tTrbanianae, Boma, 1961.
[1] Alocución del 10-2-1952; Díscorsi e Radiomessaggi, t. 13, Tip. Poliglotta Vaticana, 1952, pp. 470-471; cfr. Alloc. ad paroecianos S. Sabae, del 11-1-953, Ibíd., t. 14, 1953, p. 453.
[2] J. M. Perrin, L'heure des laics, París, 1954, en el proemio.
[3] AAS (Acta Apostolicae Sedis), 38 (1946), p. 149.
[4] ASS, 31 (1939), p. 443. Cfr. Pius XI, Epist. "Laectus sane nuntius", del 6-11-1929, al Cardenal Segura: Del conventu nationali Actioni Catholicae provehendae: "Es, por tanto, sumamente necesario en nuestros tiempos que todos sean apóstoles; es absolutamente necesario que los seglares no vivan desidiosamente, sino que estén prontos a la voz de la jerarquía eclesiástica, y que de tal modo ofrezcan a ésta sus servicios, que, orando, sacrificándose y colaborando activamente, contribuyan en gran manera al incremento de la fe católica y a la cristiana enmienda de las costumbres" (AAS, 21 (1929), p. 668).
[5] Lc. 10, 1
[6] Lc. 8, 1-3
[7] Jn. 4, 28-30
[8] Mc. 1, 45; Mt. 9, 30-31
[9] ¿
[10] Act, 18, 24-26.
[11] l Cor. 16, 15-18.
[12] Act 8, 4
[13] ASS, 43 (1953), p. 511
[14] Le role du Itíícat dans l'Eglise, Pai-ís/Tournai, 1954, p. 7
[15] C. 7, e. XII, q. I (Friedberg, I, 678).
[16]
Epistolae et privilegia, 58 (PL (Garnier), 151,
[17] Loc cit, 79 (ibíd., 360 BS).
[18] Adversus simoniacos, III, 9 (PL (Garnier), 143, 1153).
[19]
Die politischen Reden des Fürsten Bismarck, ed. Horts Kohl,
t. XII,
[20]
"Gustan
frecuentemente de decir que durante los cuatro últimos siglos,
Semejante juicio está tan lejano de la realidad, que es
precisamente a partir del santo Concilio de Trento cuando el laicado se ha
encuadrado y ha progresado en la actividad apostólica. La cosa es fácil de
comprobar; baste recordar dos hechos históricos patentes entre muchos otros:
las Congregaciones Marianas de hombres que ejercitaban activamente el
apostolado de los seglares en todos los dominios de la vida pública, y la
introducción progresiva de la mujer en el apostolado moderno.' Y conviene en
este punto evocar dos grandes figuras de la historia católica: una, la de
María Ward, aquella mujer incomparable que, en las horas más sombrías y
sangrientas, dio
Tampoco habría que dejar pasar inadvertida, ni sin reconocer su
bienhechora influencia, la estrecha unión que hasta la revolución francesa
mantenía en mutua relación en el mundo católico a las dos autoridades
establecidas por Dios:
[21]
"Vuestra conducta debe ser una respuesta clamorosa a las
calumnias de los adversarios que acusan a
[22] Act. 15, 14.
[23] 1 Pet. 2, 9-10.
[24] 1 Sam. 21, 4.
[25] Const. apost. "Provida Mater Ecclesia", del 2-2-1947 (AAS, 39 (1947), p. 116).
[26] Ibid, p. 120.
[27] Motu proprio "Primo feliciten, del 12-3-1948 (A AS, 40 (1948), p. 284).
[28] Instructio de saecularibus Institutis (AAS, 40(1948), p. 926).
[29] Const, apost. "Próvida Mater Ecelesia”, del 2-2-1947 (AAS, 39 (1947), p. 116).
[30] Motu proprio "Primo feliciten, del 12-3-1948 (AAS 40 (1948), p. 285).
[31] AAS, 39 (1947), p. 120.
[32] S. C. de Religiosos, instructio de institutis Saecularibus, del 19-3-148 (ASS, 40 (1948), p. 2S6).
[33] Motu proprio "Primo feliciter", del 12-3-1948 (ib.d., pp. 285-286).
[34] Tractatus in Jo. Evang., 21, 8 (PL (Garnier), 35, 1568).
[35] Loc. cit., 28, I, (ibíd., 1622).
[36] Cfr. Serm.. E92, 2 (PL, 38, 1012); De sancta virginitate, 2 (PL (Garnier), 40, 397); etc.
[37] Tract. in Jo. Evaii'j., 124, 5 (PL (Garnier), 35, 1914).
[38]
Esto no ha de
entenderse como si
solamente de la agrupación de los que han sido
predestinados a la felicidad eterna, porque la infinita misericordia de
nuestro Redentor no niega ahora un lugar en su Cuerpo místico a quienes en
otro tiempo no negó la participación en el convite. Puesto que no todos los
pecados, aunque graves, separan por su misma naturaleza al hombre del Cuerpo
de
[39] Enarrationes in psalmos, 126, 3 (PL, 37, 1669).
[40] Sermones. 340, I (PL, 38, 1483)
[41] Sermones. 340, I (PL, 38, 1483)
[42] . Ef 2. 19-22.
[43] 1 Cor. 3, 22-23.
[44] Contra Cresconium Donatistam, II, 13 (PL. 43. 474)
[45] Sermones inediti, 17, 8 (PL, 46, 880)
(*) El
mismo san Agustín, hablando a los fieles, se expresaba asi: "Hermanos, no
penséis que le Señor dijo estas palabras, Donde yo estoy allí estará también
mi servidor, solamente de los obispos y clérigos buenos. Vosotros podéis
servir también a Cristo viviendo bien, haciendo limosnas, enseñando su
nombre y su doctrina a los que pudiereis, haciendo que todos los padres de
familia sepan que por este nombre deben amar a la familia con afecto
paternal. Por el amor de Cristo y de la vida eterna avise, enseñe, exhorte,
corrija, sea benévolo y mantenga la disciplina entre todos los suyos
ejerciendo en su casa este oficio eclesiástico y en cierto modo episcopal,
sirviendo a Cristo para estar con El eternamente.
[46] Cfr. más arriba la nota 3. - 47 -
[47] AAS, 35 (1943), pp. 200-201
[48]
III, q.
[49]
III, q.
[50] Loc. cit., a. 2.
[51] 1 Pet. 2, 5, 9.
[52] AAS, 46 (1954), p. 669
[53] A AS. 46 (1954), p. 669. - 52
[54]
III, q.
[55] Col. 1, 24.
(*) "Misterio verdaderamente tremendo y nunca suficientemente meditado: que la salvación de muchos depende de las oraciones y de las mortificaciones voluntarías, ofrecidas con este fin por los miembros del Cuerpo Místico, y de la ayuda que Pastores y fieles, en primer lugar los padres y madres de familia, como cooperadores del Divino Redentor, les han de prestar." Pío XII, Mystici Corporis, AAS, 35 (1943), 213.
[56] Act. 10, 44-46.
[57] 1 Cor. 12, 8-11.
[58] 1 Car. 14, 36-40.
[59]
I-II, q.
[60] AAS, 35 (1943), p. 200.
[61] III, tít. VIII, 14.
[62] Comm. in Isaiam, 18 (PG, 24, 213 B).
[63] Lc. 6. 12-13.
[64] Mc. 3, 13-15.
[65] Act. 1, 21-22.
[66] Gal. 1, 11-12
[67] 1 Cor. 9. 1-2.
[68] 1 Cor. 12, 28; casi lo mismo en Ef. 4, 11.
[69]
[70] Comment. in Jo., 13, 28 (PG, 14, 448 B).
[71] Alocución a los Eminentísimos Señores Cardenales y a los Excelentísimos Señores Obispos, del 2-11-1954 (AAS, (1954), pp. 671-673).
[72]
[73] De diversis quaestionibus LXXXIII, 67, I (PL (Garnier), 40, 66).
[74] Cfr. B. Cornely, Comm. in S. Pauli apostoli epístolas, t. I, Parisiis, 1896, pp. 424-434.
[75] Apos. 19, 16.
[76] Ene. "Quas primas", del 11-12-1925 (AAS, 17 (1925), p. 600).
[77] Loc. cit. (ibid, p. 599).
[78]
III, q.
[79]
III, q.
[80] (80) Ene. "Quas primas" (AAS, 17 (1925), p. 600).
(*) Pío XXI, en su discurso al X Congreso Internacional de
Ciencias Históricas, celebrado en Roma, dijo sobre la independencia y mutua
relación entre el orden espiritual y el orden material: "Llegamos así a
tratar dos problemas que merecen una especialísima atención: las relaciones
entre
"León XIII ha encerrado, por decirlo así, en una fór--muía la
naturaleza propia de estas relaciones, de las que nos da una luminosa
exposición en sus Encíclicas "Diuturnum illud" (1881), "Inmortale Dei"
(1885) y "Sapientiae christianae" (1890): los dos poderes,
"Podrá tal vez decirse que, a excepción de pocos siglos -para
todo el primer milenio y los cuatro últimos siglos-, la fórmula de León XIII
refleja más o menos explícitamente la conciencia de
"Cuando nuestro predecesor Bonifacio VIH decía, en 30 de abril
de
"
"
[81] 1 Cor. 15, 24-28.
[82] Expositio quarundam propositianum ex Epist. ad Rom., 72 (PL (Garnier), 35, 2083-2084).
[83] (83) "Tomaremos como punto de partida de estas consideraciones una de las cuestiones destinadas a precisar la naturaleza del apostolado de los seglares: "El seglar encargado de enseñar la religión con "missio" canónica, con el mandato eclesiástico de enseñar, y cuya enseñanza constituye tal vez la única actividad profesional, ¿no pasa, por lo mismo, del apostolado seglar al "apostolado jerárquico"?
Para contestar a esta pregunta hay que recordar que Cristo confió a sus mismos apóstoles un doble poder: en primer lugar, el poder sacerdotal de consagrar, que fue otorgado en plenitud a todos los apóstoles, y en segundo lugar, el de enseñar y gobernar, es decir, comunicar a los hombres, en nombre de Dios, la verdad infalible que íes obliga y fija las normas que regulan la vida cristiana.
Estos poderes de los apóstoles pasaron al Papa y. a los Obispos. Estos, por la ordenación sacerdotal, transmiten a otros, en medida determinada, el poder de consagrar, mientras que el de enseñar y de gobernar es propio del Papa y de los Obispos.
Cuando se habla de "apostolado jerárquico" y de apostolado de los seglares" hay que tener, por lo tanto, presente una doble distinción: en primer lugar, entre el Papa, los Obispos y los sacerdotes, por un lado, y el conjunto del elemento seglar, por otro; luego, entre el mismo clero, entre los que poseen en su plenitud el poder de consagrar y de gobernar, y los demás clérigos. Los primeros Papas, Obispos y sacerdotes) pertenecen necesariamente al clero; si un seglar fuese elegido Papa no podría aceptar la elección más que a condición de ser apto para recibir la ordenación y estar dispuesto a ser ordenado; el poder de enseñar y de gobernar, así como el carisma de la infalibilidad, le serían concedidos a partir del instante de su aceptación, incluso antes de-su ordenación.
Ahora bien: para responder a la cuestión planteada es importante considerar las dos distinciones propuestas. Se trata, en el caso presente, no del poder de orden, sino de! de enseñar. De éste son depositarios únicamente los que están investidos de autoridad eclesiástica. Los demás, sacerdotes o seglares, colaboran con ellos en la medida en que ellos les otorgan confianza para enseñar fielmente y dirigir a los fieles (cfr. can. 1327 y 1328). Los sacerdotes (que actúan vi muneris sacerdotalis) y los seglares también pueden recibir el mandato que, según las casos, puede ser el mismo para los dos. Se distinguen, sin embargo, por el hecho de que el uno es sacerdote y el otro seglar, y que, por consiguiente, el apostolado del primero es sacerdotal y el del otro es seglar. En cuanto al valor y a la eficacia del apostolado ejercido por el que enseña religión, dependen de la capacidad de cada uno y de sus dones sobrenaturales" (AAS, 49 (1957), pp. 924-925).
[84] Codex juris Canonici, can. 118. - 82 –
(*)
[85]
Supplem., q.
[86] 1 Cor. ce. 12 y 14
[87] Act. 8. 4.
[88] L. VIII, c. 32 (PG, I, 1133).
[89] Can. 37 y 38 (núm. ant. 99 y 98); ed. G. Morin. S. Caesarü opera, t. III, Maredsoli. 1942, p. 93.
[90] (Garnier), 54, 1045-1046).
[91] Apud Anonymum" Laudunensem, cit. ap. P. Mandonnet, Ordo de Poenitentia, París, 1807, p. 304.
[92] Tiraboschi, Vaetera humiliatorum monumenta,, t. II, pp. 133-134.
[93] Cfr. Yves M. J. Congar, jalons pour une théoloyie du laicat, ed. 2, París, 1954, pp. 415-419.
[94]
(94)
Const, apost. "Deus scieniiarium"
(*) "La labor que hay que llevar a cabo en el apostolado del presente y del futuro no será posible de ningún modo sin la ayuda de los seglares al apostolado jerárquico en un grado mayor de lo que ha sido hasta ahora. Precisamente las experiencias de apostolado en las turbulentas y casi desesperadas circunstancias de los últimos años han demostrado cuan profunda y necesaria es esta ayuda y qué poco muchas veces el sacerdote, con la mejor voluntad, puede hacer sin la yuda de los seglares." "Pío XII, Radimensaje al LXII Congreso de los católicos alemanes, 5 de septiembre 1948, AAS, 40 (1948), 419-420. Texto español en Ecclesia, VIII2 (1948), p. (313).
[95]
En
las Ordenes y Congregaciones religiosas no clericales, los Superiores o
Superioras, por comisión de
[96] 1 Cor. 16, 15-18
[97]
Una palabra sobre el empleo de los catequistas. Asia y África
cuentan con 1.500 millones de habitantes; unos 25 millones de eatólieos,,eon
[98] Act. 6, 2.
[99]
Supplem., q.
[100]
Supplem., q.
[101] Codex Juris Canonici, can. 973, 2
[102] Loc. cit., can. 873, 2
[103]
Concilium Tridentinum.
[104]
scribe H. R. Philippeau: "Un movimiento se dibuja, sin embargo, en el seno
de algunas agrupaciones monásticas o canonicales, como
Hacemos notar a este
propósito que, para acrecentar el prestigio de los indispensables
colaboradores laicos del clero misionero en tierras ínfleles, una reciente
decisión de
Por lo que se refiere a la
segunda afirmación, es decir, que
[105] Cfr. The Liturgical Revival in the Service of the Mission, in The Assisi Papers..., Collegeville (Minn), 1957, pp. 110-111: se da en lengua inglesa la conferencia, tenida en alemán.
[106]
"Hasta aquí no hemos considerado las ordenaciones que
preceden al presbiterado y que, en la práctica actual de
[107] Código de Derecho Canónico, can. 108
[108] Cfr. más arriba nota 103
[109] Leonis XIII P. M. acta, t. 21, Romae, 1902, p. 17
[110] Damos el texto conforme a la versión oficial latina aparecía en Acta Sanctae Seáis 37 (1904/5), pp. 744, 747-748, 755: cfr. Píi X P. M. Acta, t. 2, Roiriae, 1907, pp. 114, 117-118, 122-123.
(*)
"En nuestra primera Encíclica hicimos ya resaltar los múltiples y graves
motivos que imponen hoy, en todos los países del mundo, la necesidad de
reclutar a los seglares "para el pacífico ejército de
(*) Sínodo Romano. Can. 640.
§ 1.
§ 2. Se ha de insistir de modo especial en nuestros días en la necesidad de esta colaboración, por cuanto el clero, debido a su escasez, se halla en la imposibilidad de satisfacer por sí mismo a todas las exigencias del apostolado y porque muchas obras apostólicas son convenientes o posibles sólo a los laicos.
[111] Epist. "Quas notas" (AAS, 20 (1928), p. 385).
[112] Cfr. Epist. "Observantissimas litteras accejñmusí", al Episcopado de Colombia, 14-2-1934 (AAS, 34 (1924), p. 248): "no sin divina inspiración dijimos..."; véase también Civardi, Manuele di Azione Cattlica. ed. 12, Roma, 1952, pp. 24-25
[113] Cfr. más arriba nota 112
[114] Citado en R. Spiazzi, La missione dei laici, Roma, 1952, p. 234
[115] L'apostolat laique, Mayenne, 1931, p. 82.
[116] Essai sur l'Action catholique, Bruxelles, 1929, p. 42
[117] Cfr. Ivés M. J. Congar, jalons por une théoloyie du Mcat, ed. 2, París, 1954, p. 510
[118] Cfr. G. Philips, Le role du la'icat dans l'Eglise, París, 1954, pp. 154-15.
[119] AAS, 20 (1928), p. 385.
[120] Curso de Acción Católica, Madrid, 1947, nn. 49, 50 y 52. Nótese, sin embargo, que a partir de esta tercera edición el autor ha mitigado mucho su sentencia.
[121] De Actione Catholica principa theologiae thomisticae dUuciáata. in Angelicum, 13 (1936), p. 456, nota 1 (de la página anterior).
[122] Ibíd., pp. 455-456
[123]
Derecho constitucional de
[124] Institutiones juris Canonici, t. I, Santander, 1951, p. 554.
[125] Cfr. Documentation catholique, 43 (1946), pp. 740, 743-744.
[126] AAS, 43 (1951), p. 789.
[127] Decreto del 13 de noviembre de 1920 (AAS, 13 (1921), p. 135).
[128] AAS, 43 (1951), p. 789.
[129] Ibíd., p. 377.
[130] ibíd., p. 789.
[131] Cfr. más arriba nota 110.
[132]
"¿Cuál es el campo asignado a
[133]
Alocución a los Delegados de
[134] (134) A AS, 20 (1928), p. 385.
(*)
.Juan XXHT, en su alocución a los miembros de Acción Católica "des Milleun
independants"
"...
Los Obispos, por su parte, asocian cada vez más en su actividad no sólo a
los sacerdotes, que son sus cooperadores, sino también a determinados
fieles, con-fiándoles la evangelizació
"Si,
pues, la unión es necesaria entre vosotros, fácilmente comprenderéis cuánto
más necesaria es con el Obispo, cabeza del apostolado en la 'diócesis. La
presencia aquí de una representació
"Esta
unión con el Obispo encierra diversas consecuencias referentes a vuestra
actividad. La primera es, que debéis manifestar con entera confianza a
vuestros superiores espirituales vuestras realizaciones,
"La
segunda, que después de haber referido filialmente, os sometáis con entera
docilidad a las decisiones del superior de la diócesis, aun cuando ello
suponga a veces sacrificar un punto de vista o preferencia personal. Con
este precio, lo sabéis bien, vuestro apostolado será verdaderamente de
[135] AAS, 43 (1951), pp. 787-783.
[136] Ibíd:, P.-787.
[137]
"Para resolver esta
dificultad se piensa en dos reformas prácticas: una, de la terminología, y,
como corolario; otra, de estructura. En primer lugar, sería necesario
devolver al término "Acción Católica" su sentido general y aplicarlo
únicamente al conjunto de movimientos apostólicos seglares organizados y
reconocidos como tales, nacional o internacionalmente, ya sea por los
Obispos en el ámbito nacional o por
Parece
necesario, al llegar a este punto, dar a conocer, al menos a grandes rasgos,
una sugerencia que nos ha sido comunicada muy recientemente. Se señala que
reina en la actualidad un penoso malestar bastante ampliamente extendido,
que tendría su origen, sobre todo, en el uso del vocablo "Acción Católica",
Este término, en efecto, parecería reservado a ciertos tipos determinados de
apostolado seglar organizado, para los que no entran en el cuadro de
[138] Acta Santae Sedis, 37 (1904-5), p. 755; cfr. Mas arriba nota 110
[139] "Vosotros en cambio os llamáis sencillamente "Acción Católica" porque, teniendo un fin general y no partículas y específico, no sois un eje firme en torno ai cual gravite el mecanismo de una cualquiera organización, sino más bien un lugar adonde todos acuden, donde se reúnen y organizan los católicos de acción" (.AAS, 43 (1051), p. 375).
[140]
Como es natural,
empleamos la terminología hasta ahora en uso, ya que la propone el Sumo
Pontífice aún no se ha introducido en el uso; cuando ésta se difunda, todo
apostolado organizado de los seglares en el orden espiritual queda incluido
bajo
(*)
Que tales Asociaciones puedan, a veces, ejercer con mayor eficacia su
apostolado y servir mejor al fin de
"Más bien los Romano-; Pontífices desearon que conservase su carácter de Asociación laica o no eclesiástica, en particular Gregorio XVI y Pío IX; los cuales juzgaron cosa acertada que tomase el carácter de obra laica, humilde ayuda del clero, no sometida a él y que así constituida podría servir los intereses de la religión" (Vida de Osanam, escrita por su hermano; traduc. italiana, p. 109). A saber: "Era fácil comprender que la unión de espíritu se habría roto tan pronto como cada Obispo biera organizado las conferencia de su propia diócesis y redactado sus estatutos según a él le hubiera parecido más conveniente" (ibid.).
"De
aquí que
"No
obstante esto, es decir, que las Conferencias de San Vicente no sean una
Asociación eclesiástica en sentido propio, tuvieron desde el principio y han
conservado siempre una estrecha unión con el clero y las autoridades
eclesiásticas. Aun cuando no están presididas efectivamente por el párroco,
él es, o en su lugar otro pío sacerdote, el presidente de honor, que
espiritualmente las dirige y en el sacrificio hace de verdadero asistente
eclesiástico, sino espontáneamente pedido por
"De
ella decía León XIII (Ene. Humanum genus), hablando a los Obispos: "En este
orden, no queremos dejar de mencionar aquella Asociación llamada de San
Vicente, por el nombre de su fundador, tan altamente edificante y ejemplar y
tan benemérita de las clases más humildes. Es sabido cuáles son sus empresas
y sus propósitos: dedicarse enteramente a socorrer a los pobres y
desgraciados, y esto con perspicacia y modestia admirables; la cual es tanto
más apta para el ejercicio de la caridad cristiana y más oportuna para el
remedio de las miserias, cuanto más procura permanecer oculta." Tales
alabanzas y recomendaciones se refieren a una Asociación que nunca fue
erigida por la autoridad eclesiástica, ni por ella regida, sino por los
mismos seglares; la cual, sin embargo, ha conservado siempre con las
autoridades de
[141] AAS. 43 (1951), p. 787
[142]
II – II q.
[143] Constit. "De Filius", hacia el final.
[144]
Lit. encic. "Sapzeníiae christianae"
[145]
"A este respecto,
no-podemos-dejar de confirmar las observaciones que hicimos en nuestra al
III Congreso Mundial de la unión Mundial de Maestros Cristianos, en Viena:
"Pertenezca o no la actividad profesional de los maestros y de las
maestras-cató
(*)
"En general, como hemos dicho, no querer tomar parte alguna en la vida
pública sería tan reprensible como no querer prestar ayuda alguna al bien
común. Tanto mas cuanto que los católicos, en virtud de la misma doctrina
que profesan, están obligados en conciencia a cumplir estas obligaciones
con toda fidelidad. De lo contrario, si se abstienen políticamente, los
asuntos públicos caerán en manos de personas cuya manera de pensar
puede ofrecer escasas esperanzas de salvación para el Estado.
Queda, por tanto, bien claro que los católicos tienen motivos justos para
intervenir en la vida política de los pueblos. No acuden ni deben acudir a
la vida política para aprobar lo que actualmente puede haber de
censurable en las instituciones políticas del Estado, sino para hacer
que estas mismas instituciones se pongan, en lo posible, a servicio sincero
y verdadero del bien público, como procurando infundir en todas las venas
del Estado, como savia y sangre vigorosas, la eficaz influencia de la
religión católica... De esta manera, los católicos conseguirán dos
resultados excelentes. E) primero, ayudar a
[146] Le role du laicat dans l'Eglise, París, 1954, p. 64; cfr. R. Spiazzi. La míssione dei laici, Roma, 1952, pp. 297-298.
[147] (147) Gen. 2, 15.
(*)
"Por todas partes... en donde auténticos valores de arte y de pensamiento
son susceptibles de enriquecer la familia humana,
"En
este campo es necesario recordar también lo que sugirió nuestro inmediato
predecesor Pío XII: a saber, que es deber de los fieles "multiplicar y
difundir
"Por eso ella provee también en los territorios de misión, con toda la generosidad posible, 'a iniciativas de carácter social y asistencial que son de gran utilidad para las comunidades cristianas y para los pueblos en medio de los cuales aquéllas viven. Cuídese con todo de no estorbar el apostolado misionero con un complejo de instituciones de orden puramente profano. Limítese a aquellos servicios indispensables de fácil manutención y uso, cuyo funcionamiento podrá ser puesto lo antes posible en manos de personal local, y dispónganse las cosas en modo que el personal propiamente misionero tenga posibilidades de dedicar las mejores energías al ministerio de enseñanza, de santificación y de salvación." Juan XXIII, Princeps Pastorum, AAS, 51 (1959), 844, 845, 846. Texto español en Ecclesia, XIX2 (1959), p. 691-092).
[148] 1 Cor. 1. 29-31.
[149] Dan. 3, 57.
[150] Cfr. 1 Thes. 2, 3.
[151] Alocución al X Congreso internacional de Ciencias Históricas, in AAS, 47 (1955), p. 674.
[152] Le sens de Dieu, París, 1948, pp. 45 y 49-50.
[153] Documentation Catholique, 43 (1946), p. 742.
(*) "Por otra parte, incluso independientemente del reducido
número de sacerdotes, las relaciones entre
"Que
la autoridad eclesiástica aplique también aquí el principio general de la
ayuda subsidiaria y complementaria; que se confíen al seglar las tareas que
éste puede cumplir tan bien e incluso mejor que el sacerdote y que, dentro
de los límites de su función o de los que traza el bien común de
"Sn
ocasión precedente Nos hemos evocado la figura de estos seglares que saben
asumir todas sus responsabilidades. Son, dijimos, "hombres constituidos en
su integridad inviolable como imágenes de Dios; hombres orgullosos de su
dignidad personal y de su sana libertad; hombres justamente celosos de ser
los iguales de sus semejantes en todo lo que se refiere al fondo más íntimo
de la dignidad humana; hombres apegados de manera a su tierra y a su
tradición". Tal conjunto de cualidades supone que se ha aprendido a
dominarse, a sacrificarse, y que se sacan sin cesar luz y fuerza de las
fuentes de salvación que ofrece
"E1 materialismo y el ateísmo de un mundo en el que millones de creyentes tienen que vivir aislados, obliga a formar en todos ellos personalidades sólidas. ¿Cómo resistirán si no a los influjos de la masa que los rodea? Lo que es verdad para todos lo es en primer lugar para el apóstol seglar, obligado no solamente a defenderse, sino también a conquistar." Pío XII. Discurso a los participantes en el II Congreso Internacional del Apostolado Seglar, 5 de octubre 1957. Texto español en Ecclesía, XVH2, AAS, 49 (1957), 927-928. (1957), p. (1187 s.).