Rating Mercantil
El equilibrio de los valores que impulsa una
organización, visto esto desde la perspectiva de que lo que se busca es estar
en armonía con los intereses de quienes tratan con ella directa o
indirectamente, constituye el fundamento de su reputación.
Desde 1983 la revista Fortune pregunta
anualmente a miles de ejecutivos de todo el mundo cuál es su opinión acerca de
las principales compañías en el mundo; y lo hace valorando 8 aspectos que
vienen a constituir las bases del liderazgo de la organización.
Sin embargo, lo que da lugar al presente dilema ético
es la responsabilidad social. Se entiende por responsabilidad social no únicamente
que la gerencia vele por los intereses económicos, sino que procure el
mejoramiento del bienestar social. Pues bien, en relación a la reputación lo
que se busca es detectar el nivel de responsabilidad social.
Por ejemplo, EXXON cayó en picada en 1989 cuando
vertió 250.000 barriles de petróleo en Alaska. Pasó en un año del 6º al
10º puesto.
Es cierto que un accidente le ocurre a cualquiera;
pero en esas circunstancias lo que la opinión pública valora es la capacidad
de reacción. A Johnson & Johnson le ocurrió también un lamentable evento:
siete personas fallecieron por ingerir cápsulas tylenol. Sin embargo, en estas
puntuaciones del Fortune, Johnson & Johnson bajó solamente del 3º al 5º lugar.
¿Dónde estuvo la diferencia? El accidente de
Alaska se vio agravado por una capacidad de reacción lenta e insuficiente. A
las dudas del estado en que se encontraba el capitán se añadieron la falta de
medios disponibles para controlar los daños, los trámites burocráticos
incapaces de ser solventados en un fin de semana, el envío de ejecutivos de
rango inferior ante un evento de esta magnitud. Johnson & Johnson, sin
embargo, destruyó rápidamente más de 20 millones de frascos de tylenol y
estableció un comité ante esta crisis, encabezado nada menos que por su
presidente, James Burke.
La evaluación de criterios para tener o no tener responsabilidad social está teniendo un impacto creciente en las decisiones de inversión. No extrañará ver que aparezcan fondos de inversión éticos en un futuro no muy lejano que quizá pueda servir como un primer indicador del impacto social de las empresas.
SERGIO
IBARRA, Querétaro, México
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