Cadenas de la ONU a los Pobres

 

            Vuelve el Club de Roma, con su espantajo sobre la superpoblación, pero ahora ya no necesita hacerse con los medios progresistas occidentales para expandir su mensaje agorero. Ese trabajo lo hace Naciones Unidas, defensora de los derechos humanos, aunque, al parecer, siente preferencia por un derecho poco humano: el aborto.

            La ONU ha presentado el Informe Anual de su Fondo de Población, más conocido como FNUAP o fondo de despoblación. Estos chicos están muy preocupados por el futuro del planeta. Afirman que los 49 países más pobres del mundo van a triplicar su población en 50 años. Y es que estos pobres no hacen otra cosa que copular, los muy guarros, pero es que, además, ahora Naciones Unidas ha descubierto que, encima, los muy caraduras contaminan. Afirma el fondo de despoblación que los uso de agua se han multiplicado por seis en 70 años. Es decir, poco más que la población, lo que significa que la gente vive mejor que hace 70 años, lo que se traduce, según la ONU, en erosión. La sublime organización no habla de que la tecnología ha multiplicado la capacidad de aprovechamiento del agua, no por 6, sino por mucho más. 

            La verdad es que no hay demógrafo ni actuario capaz de prever lo que va a ocurrir dentro de medio siglo, pero estas profecías catastróficas tienen la ventaja de que, aunque describen un futuro imposible de predecir, sus consecuencias, el miedo que inoculan, se sienten en el presente, ahora mismo.

            Da igual, porque el objetivo del informe de la ONU no era ese, el objetivo es ampliar el aborto y la contracepción todo lo que sea posible, bajo el mandato de que la mejor manera del luchar contra la pobreza no es aumentar la riqueza, sino reducir el número de pobres: muerto el perro se acabó la rabia. Y en esa campaña todo vale. así, durante la presentación del informe ONU en Madrid, el director de la Fundación Ortega y Gasset, Joaquín Arango, activo participante en la propagación del espantajo de la sobrepoblación, y en referencia a África, afirmaba que "a todos sus problemas de pobreza y enfermedades se añaden los cinco o seis hijos de fecundidad no deseada que arrastran sus mujeres". Dejando a un lado el sentido despectivo de la frase, que equipara a los africanos con los animales: ¿Quién le ha dicho al señor Arango que se trata de una fertilidad (podría haber hablado de maternidad) no deseada? ¿Ha interrogado, quizás a todas las mujeres del África Negra? Si lo hubiese hecho, a lo mejor habría caído en la cuenta de que la mayor riqueza del pobre son sus hijos.

            El diario El País, mentor de la Fundación Ortega, naturalmente no podía acabar ahí. Ha unido al informe de la ONU, en la misma noticia, con la aportación de Nature, otra revista dispuesta a defender a cualquier especie animal, con excepción de la humana, claro está. Nature está muy preocupado por el futuro del planeta, porque ya se sabe que para ciertos "ecolo-jetas" el planeta, la madre Tierra (la madre que la parió, que diría un castizo) es el objetivo, y el hombre sólo un medio. Y al final, de toda la monserga, llega el colofón final, el objetivo verdadero: "garantizar el derecho a la salud reproductiva", un precioso eufemismo, como el de interrupción voluntaria del embarazo, para hablar de aborto, esterilización y contracepción, a ser posible forzada: si no aceptas esterilizarte no te ayudo económicamente, que no es otro el tipo de tiranía demográfica que ejerce la ONU en el Tercer Mundo. Esto no es cultura de la muerte, es propagación de la muerte sin cultura alguna. La vida humana al parecer les molesta muchísimo.

            Es decir, que los pobres ya no son sólo culpables de copular, sino de contaminar el planeta con su nefanda presencia. Ya lo decían los ricos: los pobres no hacen otra cosa que pedir.     

            Colin Clark fue el demógrafo que hace 25 años reventó el mito de la superpoblación, expandido por el Club de Roma y ahora por la ONU y toda la progresía occidental. Fue el primero en recordar que la verdadera riqueza de un pueblo está en sus personas y que la bomba demográfica no consiste en que haya mucha gente sino que haya pocos jóvenes. Claro que, quizás por todo esto, le otorgaron a Kofi Annan el Premio Nobel. 

            Al parecer, esta es la conclusión que ha sacado Naciones Unidas del 11 de septiembre: más de lo mismo. El enemigo es el hombre y los pobres son unos chicos muy pesados: en lugar de ayudarles económicamente lo que hay que hacer es regalarles píldoras. Porque no es que no dejen de parir, es que encima contaminan. Pero puede resultar mucho más grave la contaminación mental de esa porción de la humanidad a la que le molesta la existencia misma de otros seres humanos. O, al menos, de seres humanos sin chequera.

 

EULOGIO LÓPEZ, Madrid, España

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